jueves, septiembre 15, 2011
Yo no ser weona, pero a veces dudarlo IV
Esta parte será breve, casi como una paya huasa. Trata de dos amigos que les gustaba compartir, uno elegía y el otro repetía, el rubio y el trigueño, el jueguito del monito mayor. Primero llego uno, soltero, guapo, alto, con una ex merodeando. Mordí el anzuelo ¡Fatalidad femenina! le dije que no y el dijo sí, yo dije sí y el dijo no. Volvió con la ex... Es cuando levanté el letrero que decía: Estoy con el imbécil y soy tarada también. Y después vino el otro: soltero, guapo, alto... creo que ya lo dije, que buena imitación. Esta vez engañando mi suerte no dije NO, dije sí. Fue fácil, no hubo fatalidad... ERROR! Este no se fue con una ex merodeadora, se la puse tan fácil, que se aburrió... El que imitaba, imitó bien, tal como lo hace un trigueño a un rubio, tal como lo hace un niño a su amigo, y dos hombres con problemas serios de infantilismo y marihuana en los bolsillos.
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