lunes, marzo 16, 2015

La muerte del ego

Es la remembranza de los caídos, la necrópolis de los amantes que nunca tuvieron nombre en su lápida, más que el tiempo y las lloronas que venían a dejar flores cuando una canción pudo sonar. Mis muertos fueron actos y el ciclo de la vida, mientras que el corazón se marchaba a trabajar para seguir contento. La ambición del corazón de encontrar un amor más grande, uno escondido en los recovecos del recuerdo o en las posibilidades de mañana. Gira, vuelve a a girar la suerte, nadie sin poder garantizar sólo un par de certezas y negaciones. Deja el tiempo girar, deja que te muestre, aprende de la angustia, aprieta tus muelas hasta que duelan cada mañana, y que no estar segura hoy no te dice que estarás segura mañana. Nada, nada puede decirlo realmente. 
Tu te fuiste con una certeza...y el tiempo cambió, la reencarnación de la vida en los besos de otra historia. Que en tu otra vida seas feliz. 

jueves, marzo 12, 2015

...

La escritura y la pena comenzó a convertirse en una relación dependiente, sólo me consolaba cuando escribía, y sólo escribía cuando la pena me asechaba. Y la pena era siempre la misma, una sensación entre un nudo en la garganta y el hambre del ser. Terminaba pensando en lo mismo, en como él besaba mis lágrimas para volver a hacerme reír. Pero ya no encuentro nada... sólo soy yo misma enfrentándome a todo para aprender que aquello que he despreciado a lo largo de esta vida se iba a convertir en la única forma en la cual se va a manifestar. 
Así esta caja se va encogiendo lentamente y pienso que su destino es reducirse a tal punto que desaparecerá. Ahí viene el sudor helado, los ojos desorbitados,  esas ganas de tomar unas maletas y dar un paso al vacío. ¿Cómo aprendo a dejar lo inevitable?