jueves, mayo 24, 2018

Un relato sobre deconstrucción

Desde el año 2015 comencé este camino con el feminismo, el camino de erradicar prácticas funcionales al patriarcado, que no está ni cerca de concluir, pero que hoy cumple 3 años. Si bien podría contar que tuve un episodio de protofeminismo, más que nada que se basaba en el cuestionamiento del feminismo liberal, aunque no lo entendía como tal en ese momento, sino que no compartía ese lineamiento siendo el más presente durante ese tiempo. Además de mis respuestas constantes al maltrato machista que ocurre con fuerza durante los 20 años, ya que es el periodo de más exploración sexual.  Hasta el momento estos años se describen como 2 grandes derrumbes y la construcción de los cimientos: 1) La abolición de la dependencia y la caída del imperio Disney 2) La abolición del consumo de cuerpos y la consolidación del amor íntimo 3) El amor sororo y la formación de una postura. 

LA ABOLICIÓN DE LA DEPENDENCIA Y LA CAÍDA DEL IMPERIO DISNEY 

Desde pequeña tenemos interiorizada la búsqueda de pareja, apropiamos frases como "me deja el tren", consolidando la búsqueda contra el miedo a la soledad (independencia). A mis 16 años, en una de las reflexiones que vi en un diario de vida que compartíamos con unas amigas de ese entonces, leí que deseaba no pensar tanto en hombres y quería ser más inteligente. Podría decir que este fue una de mis primeras luchas con mi propia cultura. A esa edad era común ver los ritos de seducción y cortejo, el pavoneo de los chicos y la explotación de la feminización, cómo las niñas más "valoradas" buscaban siempre vestirse de acuerdo a los gustos de la época, en conjunto al hábito de pulcritud que surge en ese momento. Yo sólo era una muchacha que escuchaba mucha música, gordita, que jugaba básquetbol y que no salía en búsqueda de muchachos. Sin embargo, no estaba exenta de las prácticas, porque filtraba esos relatos de amor romántico, donde las miradas se juntaban en el pasillo y elegías a desconocidos. Claro que me frustraba ser yo misma, porque la presión se vive incluso cuando tratabas de ser tú misma. Y ahí nos quedamos, con los relatos mágicos, con las frustraciones, con la explosiones de ira. Sin embargo, curiosamente cambiar de ambiente hace que tus cualidades se vuelvan más atractivas, además del hecho de bajar de peso. La niñita ya no estaba frustrada, ahora gozaba de la atención del otro. 

No obstante, el terreno se consolidaba para vivir otra perspectiva de la situación, la ridiculización de la emotividad y la dependencia. Nos enseñaron a amar de tan mala manera. Buscabas y te maravillabas de alguien con el cual podrías construir todo, pero al paso de las semanas tan sólo sucedía la reafirmación de la sumisión y el maltrato, como si la mujer siempre estuviera equivocada de esperar cariño. Y en parte era cierto, la vida no sucedía de forma maravillosa, más bien te encontrabas ante una persona que quería explotar su virilidad y tú, por contraparte, querías no quedarte sola. Pero sucedió el momento donde entró el feminismo en la vida y es por ello que le debo tanto, porque aprendí a reconocer cuando el otro no me respetaba, derroqué el miedo y acepté mi independencia como una vía sólida y rica en gozo. 

EL AMOR SORORO 

Junto a esos años conocí más a fondo a mis mejores amigas actuales, donde aprendí sobre el respeto, el cariño desinteresado, el crecimiento en conjunto y el valor de la lealtad como una expresión de compromiso por el bienestar colectivo. Es decir, tiré al basurero la noción del amor romántico y lo reemplacé por el amor a mis amigas, quienes consideraban mi subjetividad, mis emociones y mis procesos. Éramos el hombro en el cual llorar, el abrazo necesario y siempre tempestivo. Gracias a ellas mi independencia creció, mis pasatiempos aumentaron, mi felicidad creció y mi depresión disminuyó notoriamente. Nosotras nos transformamos en una resistencia y en un santuario. 

LA ABOLICIÓN DEL CONSUMO DE CUERPOS Y LA CONSOLIDACIÓN DEL AMOR INTIMO. 

Este fue el tramo más difícil de derribar, porque estaba acostumbrada a mi exploración sexual, a pesar que ya había instalado la necesidad de intimidad en mi vida. Era difícil porque era la relación directa con las prácticas patriarcales ajenas, donde uno suele confiar en el otro, pero no lo asume nunca como un dominador. Ya en este punto había construido varias cosas además de lo mencionado, había construido mi defensa, mis muros para no dejar pasar con facilidad un agresor, eliminé a todos los más nocivos, los más violentos, pero dejé a los que parecían interesarles y cuidarme. No obstante, me vi ante el proteccionismo romantizado y el liberalismo íntimo, micromachismos, machismos de presentación menos agresivas, pero no era más que performáticos. Jamás insultó y agredió, pero comenzaron los límites, lo que una sola parte tenía permitido hacer y la otra debía ser "protegida". Jamás insultó o agredió, pero se fue por la emotividad "femenina" y sin respetar la presencia del otro. Y acá el cuerpo feminizado era convertido en una especie de cuerpo de valor, el cual debía cumplir con requisitos específicos, requisitos como la exclusión sexual unilateral y la presencia de emotividad convocada, es decir, si era emotividad autónoma, esta era despreciada. A qué me refiero con esto último, si no amabas, eras estimulada para amar; y si amabas, eras estimulada para no hacerlo, a pesar de la vinculación afectiva. La molestia del sentimiento autónomo y la superioridad afectiva masculina. 

Aprendí después de esto a replicar el amor sororo en mi vida, a conocer a quienes me rodeaban, a compartir valores iniciales que no fuesen unilaterales, sino compromisos de bienestar colectivo. El amor sororo se volvió una forma de lucha y de reproducción con alguien que estaba listo para derrotar su superioridad moral masculina. No fue sin su práctica. Sin embargo, antes de eso dejé de buscar hombres, dejé de creer que un desconocido tiene algo para mi, sino que cualquier persona con la cual me relacionaría, era porque nuestras prácticas se unen al igual que los intereses. Los caminos se unen por lo que hacen y el amor se trabaja en base al respeto y bienestar por uno mismo y por el otro. No existe la unilateralidad. 

LA FORMACIÓN DE UNA POSTURA

Este sería el último tramo, la recapitulación de experiencias y de lecturas, de salir a la calle, promulgar mis aprendizajes y seguir creciendo en conjunto a mis hermanas. Construyendo la autodefensa y la red de apoyo, colectivizando aprendizajes para oídos atentos y con ganas de vivir en una mejor sociedad. No se guarda la lección, se colectiviza.  



viernes, mayo 11, 2018

Esto no es una denuncia...

Cuando veo el crecimiento que ha tenido el movimiento feminista me alegro mucho, en especial porque le debo tanto a la teoría y sus reflexiones, puesto que pude intervenir en mi propia vida y arreglar muchas piezas que estaban mal colocadas. Pero hay algo que tintinea y no me deja tranquila en la actualidad, a pesar de alegrarme por todo eso: no puedo separar la idea de "denuncia" de lo que implica el "castigo" como noción y cómo esto tiende a institucionalizarse sin parámetros. Claro, en ese sentido no digo que el sistema penal sea mejor, porque el cálculo de penas no son relativos a un estudio comportamental y de reinserción. Pero ¿qué hacemos con el denunciado además de su expulsión social? ¿qué sucede con el aislamiento? ¿es efectivo? ¿contribuir en la reinserción es ser cómplice patriarcal? Y, por otro lado, ¿qué sucede con la violencia de género ocurrida años atrás? 

Ante todas estas dudas me parece difícil denunciar, en especial porque durante el tiempo de mi mayor exploración sexual viví en carne propia distintos tipos de abusos y niveles de violencia que ya se me hace imposible hacer una cuenta. Aún así recuerdo: aquella vez que me dejaron botada en un metro por no responder sexualmente como esperaba el otro; estar boca abajo y contra el piso cuando dije que no; ser manoseada en un bus y luego ser culpada por el abuso; ser tratada de puta; ser objetivada y constantemente culpable del deseo masculino; alegar y ser tratada de loca o errática. Recuerdo el 2014 como el año en que cuestioné la ética de algunos que se creían activistas y no dejaban de ser consumidores de cuerpos femeninos, pero me quedé en el más profundo loquero. ¿Y ahora qué? Y ahora me siento cómplice por no denunciar, siendo que tengo dudas... siempre he tenido dudas de la acción social y más aún cuando no escucho respuestas ante qué entendemos por castigo y denuncia.

Tras largos años no pude apoyarme más que en la autodefensa, largos años estuve sola en mis reflexiones y ahora me cuesta dejarme llevar por este método social. La autodefensa fue mi mejor amiga y la mejor forma de reducir en mi entorno la violencia patriarcal, porque la defensa también incluyó educación, educación que partió desde mi fortaleza. Pero ese método no fue suficiente... Hace unos meses me enteré que uno de los chicos con el cual salí fue denunciado por causas de años atrás, siendo que, unas semanas antes de la publicación de la denuncia, hablábamos de cambiar esas prácticas machistas estando él de acuerdo con esa interpelación. Sin embargo, la denuncia surgió, se acogió y él cuando me habló le dije que creía en las denuncias porque el 99% era cierto, que lo único que él podía hacer era aceptar su castigo. No obstante, ¿qué pasó con el trabajo posterior a los hechos denunciados? Lo ví enloqueciendo, desesperado y yo sin saber si la reinserción me volvía su cómplice o lo suficientemente ingenua. Pero ¿cuántos hombres ahora se encuentran en silencio luego de sus prácticas paupérrimas? ¿Cuántos gozan de su libertad y moralizan en la actualidad? 

Ahora, llena de dudas, complicada por pensar todo esto, me pregunto: ¿la ausencia de autodefensa aumenta la percepción de violencia? Vemos el caso de La Manada y que no es considerado violación porque la víctima no opuso mayor resistencia por el miedo a ser asesinada. Y aquí aplico lo dicho por Mbembe sobre la necropolítica, el poder más que la decisión de la vida de una subjetividad, es la decisión por la muerte. En ese sentido, ¿el miedo del asesinato ante una violencia sexual es producto del sistema patriarcal? ¿es una reproducción de la sumisión? Si bien la sentencia debió resolverse como una violación y no así como un abuso sexual, aún así la ausencia de defensa en la práctica feminista me da entender un triunfo patriarcal. Debemos estar dispuestas a la acción inmediata, no sólo a esperar el apoyo colectivo y sororo, no sólo depositar nuestra fuerza en la expulsión machista, porque el sistema se vive día a día y hace muchos años. No somos las primeras, no todo está resuelto. 

Por esto y mucho más, esto no es una denuncia... es un manifiesto personal por la autodefensa feminista.