viernes, mayo 11, 2018

Esto no es una denuncia...

Cuando veo el crecimiento que ha tenido el movimiento feminista me alegro mucho, en especial porque le debo tanto a la teoría y sus reflexiones, puesto que pude intervenir en mi propia vida y arreglar muchas piezas que estaban mal colocadas. Pero hay algo que tintinea y no me deja tranquila en la actualidad, a pesar de alegrarme por todo eso: no puedo separar la idea de "denuncia" de lo que implica el "castigo" como noción y cómo esto tiende a institucionalizarse sin parámetros. Claro, en ese sentido no digo que el sistema penal sea mejor, porque el cálculo de penas no son relativos a un estudio comportamental y de reinserción. Pero ¿qué hacemos con el denunciado además de su expulsión social? ¿qué sucede con el aislamiento? ¿es efectivo? ¿contribuir en la reinserción es ser cómplice patriarcal? Y, por otro lado, ¿qué sucede con la violencia de género ocurrida años atrás? 

Ante todas estas dudas me parece difícil denunciar, en especial porque durante el tiempo de mi mayor exploración sexual viví en carne propia distintos tipos de abusos y niveles de violencia que ya se me hace imposible hacer una cuenta. Aún así recuerdo: aquella vez que me dejaron botada en un metro por no responder sexualmente como esperaba el otro; estar boca abajo y contra el piso cuando dije que no; ser manoseada en un bus y luego ser culpada por el abuso; ser tratada de puta; ser objetivada y constantemente culpable del deseo masculino; alegar y ser tratada de loca o errática. Recuerdo el 2014 como el año en que cuestioné la ética de algunos que se creían activistas y no dejaban de ser consumidores de cuerpos femeninos, pero me quedé en el más profundo loquero. ¿Y ahora qué? Y ahora me siento cómplice por no denunciar, siendo que tengo dudas... siempre he tenido dudas de la acción social y más aún cuando no escucho respuestas ante qué entendemos por castigo y denuncia.

Tras largos años no pude apoyarme más que en la autodefensa, largos años estuve sola en mis reflexiones y ahora me cuesta dejarme llevar por este método social. La autodefensa fue mi mejor amiga y la mejor forma de reducir en mi entorno la violencia patriarcal, porque la defensa también incluyó educación, educación que partió desde mi fortaleza. Pero ese método no fue suficiente... Hace unos meses me enteré que uno de los chicos con el cual salí fue denunciado por causas de años atrás, siendo que, unas semanas antes de la publicación de la denuncia, hablábamos de cambiar esas prácticas machistas estando él de acuerdo con esa interpelación. Sin embargo, la denuncia surgió, se acogió y él cuando me habló le dije que creía en las denuncias porque el 99% era cierto, que lo único que él podía hacer era aceptar su castigo. No obstante, ¿qué pasó con el trabajo posterior a los hechos denunciados? Lo ví enloqueciendo, desesperado y yo sin saber si la reinserción me volvía su cómplice o lo suficientemente ingenua. Pero ¿cuántos hombres ahora se encuentran en silencio luego de sus prácticas paupérrimas? ¿Cuántos gozan de su libertad y moralizan en la actualidad? 

Ahora, llena de dudas, complicada por pensar todo esto, me pregunto: ¿la ausencia de autodefensa aumenta la percepción de violencia? Vemos el caso de La Manada y que no es considerado violación porque la víctima no opuso mayor resistencia por el miedo a ser asesinada. Y aquí aplico lo dicho por Mbembe sobre la necropolítica, el poder más que la decisión de la vida de una subjetividad, es la decisión por la muerte. En ese sentido, ¿el miedo del asesinato ante una violencia sexual es producto del sistema patriarcal? ¿es una reproducción de la sumisión? Si bien la sentencia debió resolverse como una violación y no así como un abuso sexual, aún así la ausencia de defensa en la práctica feminista me da entender un triunfo patriarcal. Debemos estar dispuestas a la acción inmediata, no sólo a esperar el apoyo colectivo y sororo, no sólo depositar nuestra fuerza en la expulsión machista, porque el sistema se vive día a día y hace muchos años. No somos las primeras, no todo está resuelto. 

Por esto y mucho más, esto no es una denuncia... es un manifiesto personal por la autodefensa feminista. 

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