domingo, febrero 05, 2017

El idiota con un plan

¿Recuerdas cuando te sentías jovial? Tenía 7 años menos que ahora, sentía que debía dar todo lo que tenía en ese momento, pero jamás me preocupé de tener más de eso para mí misma, porque sabía que la vida era el eterno desgaste ¿para qué era todo esto, si no era para morirse lentamente?
Hace semanas me gobierna la idea que sostuve por un largo periodo. Cuando era diagnosticada como depresiva jamás tuve pena, la cuestión no era esa, era de morir en cada segundo, en cada momento me entregaba con pasión... La depresión es la falta de engaño, por lo tanto lo que sientes no es pena, sino el imperativo del segundo ante la falta de proyección, porque proyectarse era un juego para alguien que no tiene ninguna herramienta para vivir en este mundo.
Bueno, como este mundo es absurdo, los psicólogos dictaminaron que era una sensación producto de la pena, una cuestión que se vivía de forma individual... un grave error del tratamiento. Al paso de los años creí en ese diagnóstico y esa entrega extraordinaria por cada segundo se convirtió en algo chabacano y patético. Ahora, un poco más sensata que antes, me doy cuenta de este problema.

Lo que me sucedía era el simple hecho que era una inútil, por lo tanto, todo lo que sentía era un motor de acción, porque te dicen que debes luchar por lo que sientes en tu corazón... ¿pero qué tiene en el corazón una inútil? Dedicaba mi tiempo a personas, a ser aceptada o al menos ser considerada para luego ser abandonada... lo cual era terrible si eso es lo que te apasiona. Miro hacia atrás y ya nada de eso me afecta, a veces recuerdo que tenía personas que me importaban... pero cada día están cada vez en el más profundo olvido. Y esa pasión se convirtió en herramientas, en actos, en caricias para el ego.

Es cierto que el apego es fundamental, pero cuando te das cuenta que gran parte de esos apegos son abandonos, ya no sientes que debas esforzarte mucho en eso, tan sólo debes transformar quién eres y no desvalorizar los momentos que tienes con cada uno de ellos. Pero lo alarmante es que cada tiempo que se pasa, ya es un bodrio... Quisiera sentirme triste por ello, pero tan sólo tengo una sensación de asco.

Ya no me desvivo por cada segundo, no siento pena, hago cosas...
Ahora soy una idiota con un plan.