sábado, julio 29, 2017

No me interesa poseerte, sólo me interesa el hecho que jamás deba decir adiós.

Doris

A veces creo que la gente piensa que soy tonta, que he hecho las cosas mal... a veces creo que me subestiman. He visto que sus recurrente relaciones de pareja son una forma que ellos usan para no validar mi estilo de vida, pero después los veo sufriendo por el olvido, lidiando con sus deseos y sus orgullos, sin poder superar nada. Mientras tanto, yo aquí supe entender el olvido y manipularlo, evitando dar puntada sin hilo, porque supe encontrar la paz después del usufructo del deseo. 

Solo lo significante se agarra con fuerzas, lo demás se suelta como la brisa ... el tiempo, el tiempo y la añadidura de cosas. Supe ser un fantasma, ser íntima, pero olvidable. Soy como un latido que se reconoce cuando vuelve a presentarse, pero muere con el paso de las horas. Soy una risa y espanto diseminada en segundos. Así, como supe construir tu olvido, pudiste olvidar al paso de los meses. ¡Adiós, viejo amor! Adiós al que no está, porque en cada cosa mundana está lo significante. Si me encuentras en ti, si me encuentras en lo que eres, jamás dirás adiós. 

domingo, julio 23, 2017

La cuna

¡Ay!, cariño.
Quiero una cosa multiplicada por mil.
Quiero enlazarme a tu brazo y a tu palabra,
 mientras miramos cómo caen las hojas. 

¡Ay!, cariño
¿En qué segundo lo sencillo se volvió magno?
¿fue cuando despertamos
o cuando nos pillaron dormidos?

¡Ay!, cariño. 
Habita en mi letra muerta.
Tala en mí el verbo que me acerque
a todo lo que me aleja de encontrarte

¡Ay!, cariño.
Limpia mi hiel y lamento.
Endulza mi flor en el tálamo
y sacia al navegante perdido

¡Ay!, cariño.
Fuimos santos de tanto pecar.
Aprendimos al día siguiente
sobre el coraje intempestivo 

¡Ay!, cariño.
Mito y sueño.
Alimenta mi garbo cansado,
mostrando los dientes gentiles

¡Ay!, cariño.
Laguna de palabras guardadas. 
Sumergido en conversaciones húmedas,
porque el tiempo sólo fue una pausa.

¡Ay!, cariño.
Echa a andar.
Corre
y ven a mi  







Vigor

Gobernarán en los asilos y las rejas aquellos que tuvieron una infancia martillada, que a pesar de todo, sabrán gritar fuerte por la sangre de sus bocas. ¡No temeremos! ¡La muerte fue nuestra partera y el vigor nuestra tumba! ¡No temeremos! Nacimos para vuestra contradicción, para devolverle a su pereza esa opinión sin arraigo.
Gobernarán en los asilos y las rejas aquellos que tuvieron una infancia martillada, porque la culpa ya no es razón después de aprender a contemplar el deseo bienhechor. ¡No temeremos! ¡Nuestra boca será la cuna que acogerá el sueño de un domingo! ¡No temeremos! Recordamos para aventurarnos a la narración de mañana.
Seremos sensatos, perfectos, como la aguja que cruza la tela y nos une. Seremos rebeldes y felices, porque el cuerpo fue la herramienta, no la condena.
Te prometo llorar hoy, para reir mañana.
Te prometo decir hoy y siempre mañana.

Conversaciones con mi madre

Después del almuerzo comenzamos a sanar, yo sacudí la tierra de sus rodillas y ella sacó las hojas secas de mi espalda. Reímos, lloramos y nos abrazamos. Luego discutimos y divagamos. Nuevamente nos encontramos, las dos locas, las dos que gritaban desde lejos sin poder escucharse. Ese día sanamos, como muchos otros, poniendo nuestro pie en el siguiente escalón. Tan distintas, pero con los mismos problemas, con los mismos sentimientos. Tan distintas, compartiendo fechas diferentes y las mismas experiencias. Las dos locas que conocen los laberintos de espinos, las vueltas del pensamiento y el extravío. Yo la encontré en mí y ella me condujo hacia afuera, como siempre había sido, con ese dolor que ya no se entiende. ¡Bendíceme en mi incredulidad y yo construiré mecanismos paganos en tu religión!. Tan distintas y latiendo en la misma conversación.

miércoles, julio 12, 2017

antónimos aparentemente semejantes

En apariencia, la soledad se pinta similar al individualismo, empero la soledad es una resistencia, un resguardo ante un individualismo colectivo. No me estoy mirando el ombligo a solas, estoy imaginando las posibilidades.

martes, julio 11, 2017

Estancamiento

Era claro, nuevamente iba a tener estos debates, ya que las dudas no han sido resueltas. Me encuentro cuestionando mis falencias por medio de mi responsabilidad en la acción, siempre tan pasiva, siempre cómoda, siempre tan introvertida. No sé cómo he llegado a este punto, quizá será mi interés, mi deseo de cambiar las cosas... no lo sé. No sé, quisiera que alguien me llevara de la mano y me ayudara en este proceso. No sé, quisiera que alguien me guiara un poco más, para dejar de sentirme extraviada en todo lo que hago. Quisiera descansar de esta soledad... sin migajas, sin cosas a medias.

viernes, julio 07, 2017

Para comenzar a escribir...

El tema y nuestra intención es lo que primero que debemos plantearnos para comenzar a escribir, en otras palabras, establecer "¿qué es lo que quiero contar?". Definiendo la razón de comunicarnos, se debe determinar el inicio, desarrollo y su respectiva conclusión. Pero ¿qué sucede si sólo deseamos hablar sobre la vida? Difícil tema como para poder entender cuál es LA conclusión. Entonces me voy a algo más sencillo, ¿qué sucede cuando sólo quiero hablar sobre algo de mi vida? Aquí me doy cuenta de la magia que generan los verdaderos escritores, aquella capacidad que tienen para poder entender y desenmarañar el sentido que tiene una persona en su propia vida. Esto, queridos amigos, es talento.  
Otro consejo: para escribir no sólo basta con el reconocimiento del tema y su orden lógico, sino también es necesaria la capacidad de reconocer el sujeto o sustantivo que genera todas las acciones, empero esta es una labor complicada cuando prefieres el anonimato. Entonces, ¿qué resulta del anonimato?, pues el desconocimiento de la historia. ¿Cómo se podría construir el inicio, desarrollo y final sin asumir cuál será la historia? Tarea imposible. Deberíamos reconocer qué es lo que nos conmueve, excita, estimula de esta vida como para comenzar a escribir sobre una pequeña parte de nosotros, aquella parte que compromete la totalidad de una persona. Sin embargo, me doy cuenta que la identidad ha sido un tema que se ha quedado dormido en la cama del romance. 
Quizá todo este tiempo debí preguntarme a mí misma quién era, como una manera de estimularme a tomar decisiones claras y oportunas. No debí enceguecer por la necesidad de afecto que me invadía, buscando la aceptación de un otro, sin haber logrado la mía antes. Ahora me pregunto, pero la cifras son negativas: no tengo una respuesta ante mi identidad, a pesar que he trabajado sobre la memoria y la identidad de forma académica. Un fraude, soy un enorme fraude. Por otro lado, pienso que todo esto es parte de la negación, la negación a asumir que para el resto puedo tener una historia aburrida. No, mi vida no era aburrida en lo absoluto, estaba llena de dramas, tragedias y otro tipo de literaturas. Entonces, ¿por qué no me he podido ver a mi misma en el pasado?
Me siento como Alicia ante la pregunta de la oruga fumadora, porque "he cambiado tantas veces, que ya no sé quien soy". Si la vida consta en cambios, probablemente el punto de partida es un momento particular que aglomera una época. Sí, la historia es sobre una época, pero ¿cuál? Quizás debería escribir sobre el final, sobre lo que soy ahora... ¿pero si mi versión actual es sólo una mujer en proceso de convertirse en adulta? ¡Me agobia! ¡¿Cómo es que llegué a este punto?! ¡¿Cómo es que llegué a convertirme en alguien tan aburrida?! Tanto tiempo de hablar de mi misma, que ni siquiera puedo evaluar un mísero episodio. A lo mejor la respuesta no está en lo que debería escribir, sino, en lo que debería hacer. 

miércoles, julio 05, 2017

Érase una mente atrapada en la calma

Como todos los días ella salía a eso de las 11 de la mañana a comprar las verduras, para luego preparar el almuerzo. Antes de salir limpiaba su casa, barría, trapeaba, lustraba los muebles y al concluir se daba un baño. Todo era como siempre, la calle, el almacén, la gente. Cuando llegó de vuelta a su hogar las cosas cambiaron, ya no quería sacar una a una la mercadería del día, ni disponerse a cortar cada verdura como si fuese lo más importante. Ese día, un día remoto, se sentó en una silla de su comedor y se negó a realizar su rutina. Recordó por unos instantes la muerte de la madre de una de las amigas de su madre, la cual falleció mientras pelaba habas. Posteriormente, se acordaba de las historias que tenía con algunas personas, los dramas, las alegrías, las pulsiones, puesto que ahora todo eso se había ido. De nuevo negó su existencia rutinaria, porque algo nacía desde la represión de la calma, algo muy similar al aprendizaje. 
Se levantó de su silla y se dirigió al baño para mirarse al espejo, allí vió las canas que habían aparecido en su cabello, sus pocas líneas de expresión y su piel marchita con el tiempo. Se miró y pensó que la vida no debía pasar en vano, necesitaba hacer algo de ella o los gusanos de la repetición podrían devorarla. Acto seguido, fue a su celular y comenzó a llamar a sus viejas amigas, pero de ese intento sólo habían obstáculos. La gente se tornó predecible y adulta, llena de ocupaciones y horarios por cumplir, ya no tenía tiempo para pensar nada de lo que ya había sido en sus vidas. 
Inicialmente culpó a la sociedad, luego a cada uno de sus cercanos y finalmente, se culpó a sí misma por dejar que el tiempo pasara. No, ella no tenía la culpa, pero si era parte de esta maraña de destinos. Se sentía ambivalente, con sus deseos obstruidos y rechazados, completamente impotente y frustrada; a la vez de percibirse con ansias y esperanzas. Entendió que era responsable, quizá no del mundo, pero si de seguir al mundo. Olvidó todo y corrió a buscar sus llaves para salir nuevamente de casa. 
Ese día, caminó por unos parques, compró un libro y golosinas en la calle, conversó con un extraño que estaba sentado en una banca. Leyó minuciosamente cada línea del libro, miró el paisaje mientras reflexionaba en esas ideas, se sentía levemente útil a pesar de estar sentada. Aquel día se abrieron las puertas que ocultaba sus reales necesidades, así empezó a cuestionar sus pasos y experiencias, y todo ello no le pareció aburrido o agotador. Aprendió que había libertad, que no era el libro que había comprado o la golosina que se había comido, ni las elecciones de su vida, sino que estaba ahí, guardada en su voluntad y en su sentido. 

sábado, julio 01, 2017

Un recuerdo...

Por escuchar música empecé a acordarme de algunas cosas, entre esas la primera pijamada que tuve, donde celebrábamos el cumpleaños de mi hermana. En la noche vimos matrix, mientras nos reímos de cosas de niños. Recordé que invité a una amiga del colegio en esa ocasión, la Paulina, ella repitió al menos 5 veces que su papá coleccionaba llaveros, luego de esa frase se transformó en una broma interna. Me acordé de cómo nos volvimos amigas ese año y fue porque unas compañeras que se sentaban con ella le quitaron el asiento, lo que generó que se cayera y se golpeara muy fuerte su cabeza. Faltó muchos días al colegio, pero por cortesía le pregunté a su madre cómo estaba la salud de Paulina, ya que la vi en el colegio. No sé por qué, pero cuando volvió a clases ella estaba muy agradecida, así que me buscaba para conversar. Después de eso nos volvimos muy cercanas, solía ir a su casa seguido y a veces sin avisar.
Yo era una niña muy tímida, por lo que me intimidaba el desplante que ella tenía, pero me facilitaba las cosas. Sin embargo, una vez ella se molestó conmigo y se paró de mi lado, yo no supe qué hacer así que sólo le sostuve el delantal para que no se fuera. Fue la primera vez que me angustió la indiferencia de alguien, o el quiebre de una relación que intentase formar. Sentí tanta vergüenza de tratar de no dejarla ir, así que desde ese momento me encerré en mi misma por largo tiempo. Definitivamente nunca he sido una persona muy efusiva con las palabras, pero ahora me encuentro aquí hablando sobre un recuerdo...