domingo, octubre 14, 2018

Un diálogo de éticas

Ella dijo "si una persona viola a mi hija, yo la mato", "si me roban, yo respondo". Así que me quedé mirándola y pensando si yo sería capaz de proteger así la propiedad y exponer mi ética hacia el poder de matar a alguien como autodefensa. Luego pensé que es de esa autodefensa pueril de la que se cuelgan las autoridades para declarar la guerra, encubren sus intenciones mediante la irracionalidad, la emotividad que causa el sentirse desprotegido, así que llaman a los milicos a la calle o fuera del país. Y ahí me doy cuenta de la importancia de hacer ciencia inteligible, porque el marxismo al ser considerado algo difícil de comprender, da pie a la ignorancia y de la ignorancia una herramienta para permitir el terror. El otro... un ser irracional, un ser que viene a promover el terror. El marxista, como una ideología de locos y extraños.

sábado, septiembre 29, 2018

Lo que aprendí de la promiscuidad

Como alguien que está en formación feminista y que también ha necesitado cambiar sus formas de actuar, afirmo que en el proceso de deconstrucción no podemos tener "tejado de vidrio", es decir, es necesario hacer un ejercicio de rememorar antes de sancionar. Yo no nací feminista y, de hecho, mucho tiempo estuve en contra de la praxis política de este grupo y hoy, a pesar de todos los cambios, me vuelvo a encontrar en una vereda crítica, pero hacia una ideología que adhiero. Como podría extraer de los postulados de Derrida,  la deconstrucción es un acto de memoria, por ello, no puedo pasar por alto mi propia experiencia y ponerla en relación con las sanciones sociales de la actualidad. Por lo tanto, quiero contar sobre mi experiencia de promiscuidad y cómo esto me ha generado múltiples dudas sobre tomar la autoridad de castigar socialmente la violencia de género.

Soy hija de padres separados y de una sociedad machista. Mi madre y padre tuvieron serios casos de violencia que detonaron su separación, engaños, agresión psicológica y física, todo muy aceptado dentro de la moral de la época, lo que no dista en lo absoluto de la realidad de muchas personas. Me enseñaron a odiar a las mujeres y, de cierto modo, a odiarme a mi misma, a odiar mis emociones, mi menstruación, mi cuerpo, para así ensalzar la inteligencia, la virilidad y la astucia. Recuerdo a esas amistades que me decían "tú no eres como las demás, eres más inteligente, eres diferente", cuento repetido que me hizo creer que así era. Robusteció mi vanidad. Conjunto a esa dichosa inteligencia aceptada por un mundo masculino, me volví viril, libidinosa, intimidante y conquistadora. Me volví una acosadora, que buscaba, que insistía y no permitía un "no" como respuesta, porque justificaba mi insistencia en la mera atracción.

Tras años de tener la vida sexual permitida solo a los varones, me tocó vivir en carne propia la realidad del machismo y el patriarcado. Por mucho que actuara como un hombre, mi práctica era ilegítima por el hecho de no tener un pene, por ello se me insultó, menospreció y vulneró. Me hizo entender que 9 de cada 10 hombres que conocía me iba a hacer sufrir mi propia subordinación, 9 cada 10 a quién yo expresara aprecio o atención me iba a basurear por el sólo hecho de que ser mujer era ser infame. Yo no lo veía así, yo me veía en el pic de mi sexualidad y tratando de reponer emocionalmente el desastre que tenía con mi enfermedad, la depresión bipolar que cargo desde los 10 años. Sentí lo que es estar boca abajo en el piso forcejando no follar, despertarme sin pantalones o con semen en mi trasero, que te griten en la calle o que un viejo te diga alguna obscenidad al oído. Sí, viví todo eso y más, porque son muchos los hombres que marcaron mi sexualidad por medio de la violencia.

Entonces, claro, para mí la heterosexualidad no es un jardín de flores y sé que se siente en cada uno de los casos. Sin embargo, el paternalismo que en la actualidad acoge las denuncias vuelve a las mujeres víctimas infantilizadas, puras y santas, como si fuesen sólo receptoras de agresiones. Y aquí es donde veo el problema, es que somos parte del circuito de violencia, algunas no denuncian por culpabilidad y dudas por su participación, por responder agresivamente a esta violencia. No somos pasivas, al menos, en los casos más cotidiano con nuestros pares, reproducimos la violencia que nos subordina. ¿Por qué afirmo esto? Porque después de echar abajo todo lo que había instalado, rearme mi socialización en base a principios de respeto: trato de no subir la voz al discutir (es lo que más me ha costado) porque esto anula; no me acerco a nadie que no sea por cuestiones pragmáticas, ni menos busco a alguien porque me guste; dejé de ver porno; dejé las prácticas abusivas en el plano sexual; trato de escuchar música que no tenga contenido machista; trato de no insultar por mucho que esté enrabiada; erradiqué todo prejuicio hacia las mujeres; cuestiono mis inseguridades como raíz de los celos; dejé de juntarme con todas las personas que veo un trato peyorativo o denostativo hacia la emotividad o inteligencia de las mujeres; dejé de ver las relaciones sexuales como un acto utilitarista y unilateral. Esto entre otras cosas más. ¿Qué pasó? Hace meses que en mi vida personal no vivo la violencia que marcó gran parte de mi vida, es decir, puedo afirmar que con mis elecciones y autonomía pude cortar circuitos de violencia sin denunciar ni una sola vez.

¿Por qué no he denunciado? ¿Soy encubridora de la misma violencia que viví? Hablar de encubrimiento está dentro de la lógica del castigo, de tomar la autoridad para sancionar cuando de forma subjetiva se perciba violencia. ¿Es que acaso solo somos conscientes de la violencia cuando la recibimos? ¿Esto no lo vuelve arbitrario? El castigo no es la respuesta a todo un sistema, porque de ser así, 9 cada 10 hombres debiesen ser expulsados del edén del feminismo. Necesitamos enseñar a desestructurar la violencia de género en nuestro entorno no acogiéndonos en el castigo solamente, porque, para ser franca, muchos compañeros que apañan en las funas son los agresores de otras, los que esperan jamás ser denunciados y ser aceptados por esta comunidad moral. Ese mismo compañero que grita "que le corten la cabeza", puede estar follandose instrumentalmente a tus compañeras y exponiéndola socialmente. Necesitamos reconocer que sí existen gradualidades de violencia de género, donde la autonomía de la mujer no se ve limitada y puede ejercer de forma directa su discurso ¡Eso es educación! La acción directa es educación social.

Por otro lado, mujeres que cambien su estructura serán libres de poder denunciar cuando necesite de su entorno y su vulnerabilidad no quede en la frialdad de las redes sociales, ya que esta estrategia se ve disminuyendo su impacto en comparación a sus inicios. Mujeres que cambian su estructura de vida, que cambian su forma de relacionarse es la primera estrategia de defensa que debiese ser utilizada, ya que se podrá reconocer a sí misma activa y no partícipe de su violencia. Aprendí, siendo una mujer masculinizada, que el mundo de la masculinidad tiene sus motivos y esos son los que deben ser derrocados, por ello, no persigo personas, sino actos: derrocar "qué" y no "quienes". Debe echarse abajo el patriarcado y no el pueblo. Y es así, como yo no me veo con la autoridad de castigar, porque por medio de mí ha pasado esa violencia y la he dejado echar raíces al igual que muchas aún lo siguen permitiendo. Declararse feminista jamás tuvo la intención de buscar el título o la autoridad de castigar, sino que de hacer comunidad para detener lo que nos agrede.
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jueves, mayo 24, 2018

Un relato sobre deconstrucción

Desde el año 2015 comencé este camino con el feminismo, el camino de erradicar prácticas funcionales al patriarcado, que no está ni cerca de concluir, pero que hoy cumple 3 años. Si bien podría contar que tuve un episodio de protofeminismo, más que nada que se basaba en el cuestionamiento del feminismo liberal, aunque no lo entendía como tal en ese momento, sino que no compartía ese lineamiento siendo el más presente durante ese tiempo. Además de mis respuestas constantes al maltrato machista que ocurre con fuerza durante los 20 años, ya que es el periodo de más exploración sexual.  Hasta el momento estos años se describen como 2 grandes derrumbes y la construcción de los cimientos: 1) La abolición de la dependencia y la caída del imperio Disney 2) La abolición del consumo de cuerpos y la consolidación del amor íntimo 3) El amor sororo y la formación de una postura. 

LA ABOLICIÓN DE LA DEPENDENCIA Y LA CAÍDA DEL IMPERIO DISNEY 

Desde pequeña tenemos interiorizada la búsqueda de pareja, apropiamos frases como "me deja el tren", consolidando la búsqueda contra el miedo a la soledad (independencia). A mis 16 años, en una de las reflexiones que vi en un diario de vida que compartíamos con unas amigas de ese entonces, leí que deseaba no pensar tanto en hombres y quería ser más inteligente. Podría decir que este fue una de mis primeras luchas con mi propia cultura. A esa edad era común ver los ritos de seducción y cortejo, el pavoneo de los chicos y la explotación de la feminización, cómo las niñas más "valoradas" buscaban siempre vestirse de acuerdo a los gustos de la época, en conjunto al hábito de pulcritud que surge en ese momento. Yo sólo era una muchacha que escuchaba mucha música, gordita, que jugaba básquetbol y que no salía en búsqueda de muchachos. Sin embargo, no estaba exenta de las prácticas, porque filtraba esos relatos de amor romántico, donde las miradas se juntaban en el pasillo y elegías a desconocidos. Claro que me frustraba ser yo misma, porque la presión se vive incluso cuando tratabas de ser tú misma. Y ahí nos quedamos, con los relatos mágicos, con las frustraciones, con la explosiones de ira. Sin embargo, curiosamente cambiar de ambiente hace que tus cualidades se vuelvan más atractivas, además del hecho de bajar de peso. La niñita ya no estaba frustrada, ahora gozaba de la atención del otro. 

No obstante, el terreno se consolidaba para vivir otra perspectiva de la situación, la ridiculización de la emotividad y la dependencia. Nos enseñaron a amar de tan mala manera. Buscabas y te maravillabas de alguien con el cual podrías construir todo, pero al paso de las semanas tan sólo sucedía la reafirmación de la sumisión y el maltrato, como si la mujer siempre estuviera equivocada de esperar cariño. Y en parte era cierto, la vida no sucedía de forma maravillosa, más bien te encontrabas ante una persona que quería explotar su virilidad y tú, por contraparte, querías no quedarte sola. Pero sucedió el momento donde entró el feminismo en la vida y es por ello que le debo tanto, porque aprendí a reconocer cuando el otro no me respetaba, derroqué el miedo y acepté mi independencia como una vía sólida y rica en gozo. 

EL AMOR SORORO 

Junto a esos años conocí más a fondo a mis mejores amigas actuales, donde aprendí sobre el respeto, el cariño desinteresado, el crecimiento en conjunto y el valor de la lealtad como una expresión de compromiso por el bienestar colectivo. Es decir, tiré al basurero la noción del amor romántico y lo reemplacé por el amor a mis amigas, quienes consideraban mi subjetividad, mis emociones y mis procesos. Éramos el hombro en el cual llorar, el abrazo necesario y siempre tempestivo. Gracias a ellas mi independencia creció, mis pasatiempos aumentaron, mi felicidad creció y mi depresión disminuyó notoriamente. Nosotras nos transformamos en una resistencia y en un santuario. 

LA ABOLICIÓN DEL CONSUMO DE CUERPOS Y LA CONSOLIDACIÓN DEL AMOR INTIMO. 

Este fue el tramo más difícil de derribar, porque estaba acostumbrada a mi exploración sexual, a pesar que ya había instalado la necesidad de intimidad en mi vida. Era difícil porque era la relación directa con las prácticas patriarcales ajenas, donde uno suele confiar en el otro, pero no lo asume nunca como un dominador. Ya en este punto había construido varias cosas además de lo mencionado, había construido mi defensa, mis muros para no dejar pasar con facilidad un agresor, eliminé a todos los más nocivos, los más violentos, pero dejé a los que parecían interesarles y cuidarme. No obstante, me vi ante el proteccionismo romantizado y el liberalismo íntimo, micromachismos, machismos de presentación menos agresivas, pero no era más que performáticos. Jamás insultó y agredió, pero comenzaron los límites, lo que una sola parte tenía permitido hacer y la otra debía ser "protegida". Jamás insultó o agredió, pero se fue por la emotividad "femenina" y sin respetar la presencia del otro. Y acá el cuerpo feminizado era convertido en una especie de cuerpo de valor, el cual debía cumplir con requisitos específicos, requisitos como la exclusión sexual unilateral y la presencia de emotividad convocada, es decir, si era emotividad autónoma, esta era despreciada. A qué me refiero con esto último, si no amabas, eras estimulada para amar; y si amabas, eras estimulada para no hacerlo, a pesar de la vinculación afectiva. La molestia del sentimiento autónomo y la superioridad afectiva masculina. 

Aprendí después de esto a replicar el amor sororo en mi vida, a conocer a quienes me rodeaban, a compartir valores iniciales que no fuesen unilaterales, sino compromisos de bienestar colectivo. El amor sororo se volvió una forma de lucha y de reproducción con alguien que estaba listo para derrotar su superioridad moral masculina. No fue sin su práctica. Sin embargo, antes de eso dejé de buscar hombres, dejé de creer que un desconocido tiene algo para mi, sino que cualquier persona con la cual me relacionaría, era porque nuestras prácticas se unen al igual que los intereses. Los caminos se unen por lo que hacen y el amor se trabaja en base al respeto y bienestar por uno mismo y por el otro. No existe la unilateralidad. 

LA FORMACIÓN DE UNA POSTURA

Este sería el último tramo, la recapitulación de experiencias y de lecturas, de salir a la calle, promulgar mis aprendizajes y seguir creciendo en conjunto a mis hermanas. Construyendo la autodefensa y la red de apoyo, colectivizando aprendizajes para oídos atentos y con ganas de vivir en una mejor sociedad. No se guarda la lección, se colectiviza.  



viernes, mayo 11, 2018

Esto no es una denuncia...

Cuando veo el crecimiento que ha tenido el movimiento feminista me alegro mucho, en especial porque le debo tanto a la teoría y sus reflexiones, puesto que pude intervenir en mi propia vida y arreglar muchas piezas que estaban mal colocadas. Pero hay algo que tintinea y no me deja tranquila en la actualidad, a pesar de alegrarme por todo eso: no puedo separar la idea de "denuncia" de lo que implica el "castigo" como noción y cómo esto tiende a institucionalizarse sin parámetros. Claro, en ese sentido no digo que el sistema penal sea mejor, porque el cálculo de penas no son relativos a un estudio comportamental y de reinserción. Pero ¿qué hacemos con el denunciado además de su expulsión social? ¿qué sucede con el aislamiento? ¿es efectivo? ¿contribuir en la reinserción es ser cómplice patriarcal? Y, por otro lado, ¿qué sucede con la violencia de género ocurrida años atrás? 

Ante todas estas dudas me parece difícil denunciar, en especial porque durante el tiempo de mi mayor exploración sexual viví en carne propia distintos tipos de abusos y niveles de violencia que ya se me hace imposible hacer una cuenta. Aún así recuerdo: aquella vez que me dejaron botada en un metro por no responder sexualmente como esperaba el otro; estar boca abajo y contra el piso cuando dije que no; ser manoseada en un bus y luego ser culpada por el abuso; ser tratada de puta; ser objetivada y constantemente culpable del deseo masculino; alegar y ser tratada de loca o errática. Recuerdo el 2014 como el año en que cuestioné la ética de algunos que se creían activistas y no dejaban de ser consumidores de cuerpos femeninos, pero me quedé en el más profundo loquero. ¿Y ahora qué? Y ahora me siento cómplice por no denunciar, siendo que tengo dudas... siempre he tenido dudas de la acción social y más aún cuando no escucho respuestas ante qué entendemos por castigo y denuncia.

Tras largos años no pude apoyarme más que en la autodefensa, largos años estuve sola en mis reflexiones y ahora me cuesta dejarme llevar por este método social. La autodefensa fue mi mejor amiga y la mejor forma de reducir en mi entorno la violencia patriarcal, porque la defensa también incluyó educación, educación que partió desde mi fortaleza. Pero ese método no fue suficiente... Hace unos meses me enteré que uno de los chicos con el cual salí fue denunciado por causas de años atrás, siendo que, unas semanas antes de la publicación de la denuncia, hablábamos de cambiar esas prácticas machistas estando él de acuerdo con esa interpelación. Sin embargo, la denuncia surgió, se acogió y él cuando me habló le dije que creía en las denuncias porque el 99% era cierto, que lo único que él podía hacer era aceptar su castigo. No obstante, ¿qué pasó con el trabajo posterior a los hechos denunciados? Lo ví enloqueciendo, desesperado y yo sin saber si la reinserción me volvía su cómplice o lo suficientemente ingenua. Pero ¿cuántos hombres ahora se encuentran en silencio luego de sus prácticas paupérrimas? ¿Cuántos gozan de su libertad y moralizan en la actualidad? 

Ahora, llena de dudas, complicada por pensar todo esto, me pregunto: ¿la ausencia de autodefensa aumenta la percepción de violencia? Vemos el caso de La Manada y que no es considerado violación porque la víctima no opuso mayor resistencia por el miedo a ser asesinada. Y aquí aplico lo dicho por Mbembe sobre la necropolítica, el poder más que la decisión de la vida de una subjetividad, es la decisión por la muerte. En ese sentido, ¿el miedo del asesinato ante una violencia sexual es producto del sistema patriarcal? ¿es una reproducción de la sumisión? Si bien la sentencia debió resolverse como una violación y no así como un abuso sexual, aún así la ausencia de defensa en la práctica feminista me da entender un triunfo patriarcal. Debemos estar dispuestas a la acción inmediata, no sólo a esperar el apoyo colectivo y sororo, no sólo depositar nuestra fuerza en la expulsión machista, porque el sistema se vive día a día y hace muchos años. No somos las primeras, no todo está resuelto. 

Por esto y mucho más, esto no es una denuncia... es un manifiesto personal por la autodefensa feminista. 

sábado, abril 21, 2018

Paseando por internet

el germen de lo que hicieron Lenin y Stalin estaba precisamente en lo que escribió Marx. Fue él quien tachó a la religión como “el opio del pueblo”, poniendo en marcha la política cristianófoba del comunismo. Fue él quien abominó de la propiedad privada, dando pie a la violación sistemática de ese derecho. También fue él, junto a Engels, el que arremetió contra el matrimonio y la familia. Y podríamos seguir con muchos más temas. Marx era un fanático y creó una ideología perversa, y lo que hicieron las dictaduras comunistas es desarrollar las locuras que él escribió.

Sin ser comunista puedo decir que en el ataque de derecha no hay conocimiento sobre las bases teóricas de Marx. "La religión es el opio del pueblo", frase acuñada por Marx apela que la religión adormece a los trabajadores, ponen su vida en función a esta "droga" sin actuar en las condiciones materiales existentes. Lo de abominar en la propiedad privada es una parte principal de la teoría, donde da cuenta que la relación de poder surge de la propiedad primitiva, por una clase precisa de propiedad privada (no toda propiedad privada es un medio, ni toda propiedad genera dominación), por lo tanto, no está en contra de la propiedad como un todo, sino del capital. De hecho, la consigna "la propiedad es un robo" acuñada en la época de Marx fue una de las cosas que buscó refutar, ya que cuestionaba que toda propiedad era vista de la misma manera. En cuanto al matrimonio y la familia, primero era acorde a la primera dominación que expresa Engel, la dominación de la mujer, luego la reproducción del lucro privado. Y no era en contra de la familia en sí, sino en la idea de la familia burguesa.
¿Acaso esto es no es una muestra de algo? El conocimiento sí libera, el conocimiento conlleva el reconocimiento de ti en el mundo, de ti ante la hegemonía. Si ignoro y replico lo que no entiendo ¿cuál es mi posición ahí?

jueves, abril 05, 2018



- Mira, partamos por otro supuesto, del supuesto que se basa en no considerarnos por defecto inteligentes, sino más bien en proceso de aprendizaje, porque en el caso contrario vamos a mirar al otro como un estúpido con efecto de reflejo. Creo que partir asumiendo que eres capaz de aplicar tus conocimientos, ponerlos en cuestión y contrastarlos es suficiente para debatir, ¿no?...


... luego de eso me dijo "feminazi", "comunista come guagua" y otros apelativos.

Creo que pedir conocimiento y dudar de lo que se sabe es más difícil de lo que se piensa.

jueves, marzo 29, 2018

Relaciones normalmente esquizofrénicas.

Las conductas culturales que surgen en torno de la reproducción son múltiples y vacilan entre: apego y desapego, cooperación y dependencia, afecto y falta de afecto, etc. Este problema se vuelve más complejo aún cuando estructuralmente se vive una relación de dominación con la persona por la que tienes impulsos sexuales. Tratar de entender las relaciones interpersonales cuando hay dominación puede ser digno de un análisis Batesoniano en cuanto a los niveles del habla, análisis usado para explicar causas sociales en la esquizofrenia. En nuestra cultura hemos adoptado un término, que en lo personal me parece horrible, llamado "conquista". La conquista, mismo término usado para la dominación española en tierras indígenas, es la forma por la cual las personas expresan su atracción. Pero bajo un sistema patriarcal, no siempre hablamos de una atracción consentida, sino una meta objetivada y lograda. En cuanto al periodo de conquista (práctica completamente patriarcal) se usan las mismas prácticas culturales de manifestación de afecto o amabilidad: invitar, comprender, acercar. Para quien es dominada bajo este sistema hay un punto donde ya es difícil reconocer cuándo la práctica representa cariño genuino o representa una intención. Tema que incluso ha sido discutido con el famoso término de la "friendzone". Claro, la pista es mucho más clara cuando se manifiesta el término, pero en la práctica, en la carencia de la catalogación, genera paranoias, inestabilidades, en aquella persona que es objeto de conquista. 

Bajo esta premisa ¿cómo resolvemos esto?, ¿limitamos nuestra interacción con nuestro dominador?, ¿evitamos cualquier signo de interés? Ante esta última pregunta me respondí que esto era peor aún, porque aceptamos el lenguaje esquizofrénico en las relaciones interpersonales y coartamos cualquier tipo de afecto. Aceptamos el lenguaje porque lo asumimos como parte del comportamiento, aseveramos hay doble intención, lo cual anula la posibilidad de expresión de equidad. Consecuente a esto, imaginamos que hay selectividad cuando la misma práctica replicada es de quien la deseas, y ahí todas esas frases machistas cobran sentido, ¿no?, "se quejan sólo cuando el loco no les gusta" (claro, ¿acaso debemos aceptar todo?, no). Y quiero aclarar bien este punto, la selectividad y la vez del consentimiento también puede incurrir en la objetivación (Es chistoso cuando la crítica machista es una forma por la cual se delata el otro y nos patenta la dominación). 

Hace un tiempo comencé a preguntarme si el "consentimiento" era suficiente, pregunta que surge con el caso de la denuncia del comediante Louis CK, puesto que todas sus agresiones sexuales habían sido "consentidas" (Consentidas en el sentido que las mujeres habían dicho que sí). El mismo comediante, luego de la denuncia establece que al ser un hombre hipersexualizado y con un fetiche tan grande por la masturbación, pedía si las mujeres lo podían observar en el acto, donde ellas asumen haber accedido. Él dentro de su propio análisis dice, sin negar las acusaciones, que el tenía una posición de poder, era mirado como un "ídolo" de su área, lo cual favorecía la aceptación de las mujeres, incluso cuando ellas tenían dudas. Usaba su posición de poder para el acceso. Es decir, la agresión ocurre con consentimiento. Cuando analisé esta situación vi en mi vida personal había incurrido en más de una ocasión a una agresión sexual con consentimiento, el "amigo", el "amigo bondadoso y buena onda" había sido aceptado, sin siquiera generarme un impulso sexual. Lo único que recuerdo de ese momento es haber llorado post coito, de sentirme decepcionada porque me habían mentido, porque yo no sentía haber provocado la situación, pero había accedido. Y ahí llegué a la objetivación naturalizada, pasando cautelosamente entre mis análisis, inadvertida y sigilosa. 

Y así llegamos nuevamente, por medio de esa objetivación naturalizada, a la esquizofrenia afectiva, amigos que no lo son, amigos que sí son y no pueden expresar afecto porque el afecto es terreno del sexo patriarcal. Un terreno completamente dominado y enfermo. Hace un tiempo escribí "extraño que una taza de té sólo sea una taza de té, que lo dicho sea claro, que la relación sea íntima, que quien miras sea alguien abierto a ser conocido". Sin embargo, el patriarcado de adueñó de la claridad, de la cordura y transformó la manifestación de afecto como una forma de objetivar, usar y controlar el sexo. Y es aquí donde vemos el regocijo del separatismo, la simpleza de no ser objetivada, donde el afecto es claro, donde el código sólo tiene un mensaje. Pero ¿cómo vivimos fuera de la separación? 



martes, marzo 20, 2018

Locuras sobre el poder

Hoy llegué a pensar que el gran problema del cambio de valores sociales es que sabemos muy poco de todo lo que nos rodea y que nuestra ética puede ser cuestionada constantemente desde otro punto de vista, debido a que un planteamiento es producto de una relación histórica de poder, que no sólo consta en la dominación, sino que también elimina incertidumbres sociales por medio de la norma. ¿Y qué pasaría si reducir incertidumbres también significa aumentar privilegios? La situación es caótica y eso es precisamente lo que vivimos. Claro, lo que digo no es nuevo, todo aquel que ha trabajado en estudios del poder busca entender las normas y los límites de lo inteligible y lo que no lo es (frases dignas de Foucault). En ese sentido, el control de la norma no sólo debería verse como el control de subjetividades, sino que a su vez, el control de beneficios.

 Pero ¿qué sucede con el planteamiento de la ventana de Overton? En primera instancia se revisa la experiencia sobre un tema que está fuera de la norma, un tema clasificado previamente como un tabú o como una experiencia de incertidumbre. El dilema está en la dignificación y la posición de los grupos de poder, es decir, el establecimiento de la jerarquía. En ese sentido, vuelvo a la pregunta que me hice a los 18 años ¿según quién?, puesto que un planteamiento no es nada sin una posición de límites preconcebidos. En ese sentido, la lógica de exponer un tema fuera de la norma (anormal) y volverlo parte de una cultura, como lo plantea Overton, es sólo un sistema que funciona bajo un régimen jerárquico.

Cambiar un paradigma no siempre implica una aberración en las costumbres, sino que incluso permite el desarrollo de más herramientas, es decir, una apertura a las posibilidades de acción. Y es aquí donde se sitúa la rebeldía política, en un compendio de incertidumbres que busca el beneficio socializado, el cual es necesario explorar, pero siempre comprendiendo que existirá una masa social que se resista por una norma preestablecida. En ese sentido, la revolución es sacar de la anormalidad un beneficio o una utopía. Pero ¿cuál es la dirección de la utopía? ¿quiénes son los beneficiarios? ¿Deberíamos plantearnos la ruptura de la norma ante una comunidad imaginada que es la nación? ¿quiénes nos agrupan? ¿la ruptura deriva en la fragmentación social? ¿la fragmentación social interviene en la producción?

No sé... no sé... sólo encontré todos estos pensamientos tras prohibirme de tratar a mi adversario como un idiota.


jueves, marzo 15, 2018

Hay veces que me derrota el pesimismo, en especial cuando veo los comentarios de noticias, en especial cuando me doy cuenta que hemos perdido la libertad por culpa de la estupidez. Me baja el pesimismo cuando escucho la frase "la sobrevivencia del más apto", no se refiere a que la inteligencia pueda volverte apto, porque mientras más lógica ocupes, más te das cuenta que las cosas andan mal por acá.

martes, febrero 20, 2018

Reflexión sobre el posmodernismo

Hace un tiempo he expuesto coloquialmente mi crítica hacia elementos del posmodernismo y ahora quisiera argumentar cuáles son aquellos elementos los cuales desapruebo de lo que se concibe como tal. Si bien la definición de lo que es "posmodernismo" ha sido bastantemente abordada, no busco explorar ni poner en discusión estas múltiples posturas, sino que abordarla directamente desde una de las tantas aproximaciones: posmodernismo como reconfiguración del pensamiento moderno. La modernidad, como periodo de la historia en la cual se consolida el pensamiento científico, posterior a la hegemonía de la religión como acercamiento a la realidad, viene a plantear ante todo el desarrollo del pensamiento abstracto como herramienta de control de la realidad. En ese sentido, el pensamiento moderno debe leerse desde su posibilidad política, es decir, es una falacia que la subjetividad racional del ser humano se pone en el centro, sino que es el hombre restringido el que viene a encontrar un lecho de acción política en la racionalidad. Hago esta acotación porque la experiencia ser humano ha concebido distintos órdenes a lo largo de su existencia, hasta donde tenemos conocimiento, por lo tanto, la racionalidad es una herramienta de libertad del sujeto en un periodo dado de la historia, aboliendo pequeñas e importantes partes de la hegemonía de la religión como acercamiento a la realidad. 

Tomando en cuenta esta breve introducción a lo que se concibe como pensamiento moderno, los sujetos desarrollan su racionalidad por medio del pensamiento abstracto, situación que cambia con la posmodernidad, donde se toma en cuenta (no estoy en desacuerdo con esto) la multiplicidad de relatos, también expuestos desde las relaciones de poder, situados en un espacio, tiempo y contexto. Sin embargo, lo que ocurre con el pensamiento posmoderno y es ahí donde dirijo mi crítica, se presenta una exacerbación de la subjetividad plural. Esta subjetividad plural es distanciada del contexto político, siendo que aún imperan relaciones de dominación, lo que da paso a la verdad por autoridad. Entonces, inicialmente se puede ver una visibilización de múltiples pensamientos subalternos, pero que a lo largo del tiempo pasan a ser dominio culturales sin relación entre sí, abandonando lentamente la abstracción como acercamiento. Lo que en otros momentos puede ser leído como el abandono del universalismo, es más que nada, un abandono de la abstracción como vinculación de las relaciones sociales y de producción de conocimiento activo. 

La posmodernidad abrió la caja de pandora y generó la Era de la opinión por autoridad, tiempos experimentados como la contraposición de relatos distantes y sordos, que no valora la racionalidad como la disputa política que es, como el orden social que significó. ¿Por qué concibo que es necesaria la crítica? Porque al no permitir una discusión sobre la abstracción, se reducen las posibilidades de aplicación y de cambio en la realidad, es decir, no se dirige a la población hacia la mejor experiencia consigo y su medio. La discusión se estanca en la legitimidad del relato y no así en la complementariedad de pensamientos en post a objetivos políticos de libertad.  Un ejemplo de eso, es el complicado escenario ante la defensa de situaciones de violencia: si defino la violencia como un contexto político, dado por la dialéctica y su relación con condiciones materiales significantes, donde la posición dominante restringe, agrede y reduce a su contraparte adueñándose de su subjetividad y capacidad, esta definición queda anulada por la sola existencia de una contraposición de relato, quitando la posibilidad de generar un cambio para quien sufre como dominado. Es decir, no sólo permite entender la relatividad de pensamientos, cultura y relato, sino el empobrecimiento del conocimiento activo. ¿No les parece motivo suficiente para enloquecerse y volverse un nihilista pesimista? 

¿Qué ofrezco como resolución? Pues entender que la racionalidad fue una herramienta política, por ende, es necesario resituar la racionalidad en la política para volver a concebir la abstracción como productora del conocimiento activo, siendo así útil para las personas y su medio. En ese sentido, es necesario tomar la multiplicidad de relatos en un escenario relacional, de expresiones de poder, expresiones de posturas y de cómo la abstracción retoma ciertas formas en el predominio y ausencia de relatos determinados, para reproducir un lenguaje común y activo. ¿Pero cuál es la falencia que se tendría? El abandono de la abstracción universal sobre lo que se entiende como política... es decir, a nuestra falencia le hace falta acción política. 

lunes, febrero 05, 2018

Libertad: Entre el contexto y la acción.

Los que me conocen saben que suelo revisar los comentarios de las noticias, para estar al tanto de las reacciones de las personas a ciertos hechos, pues esta reflexión surge de esa práctica que tengo. Ayer pasé por el encabezado el cual hablaba que las azafatas de la fórmula 1 ya no tendrían empleo, debido a la fuerza que ha tenido el movimiento feminista en la actualidad. El cuerpo de la noticia incluía los comentarios de las azafatas que protestaban por no contar con empleo al cual ellas se sienten preparadas y que el escenario actual ya no les permitía desarrollarlo. En los comentarios las personas decían distintos insultos dirigidos a las mujeres feministas, algunos usados estereotipadamente como "guatonas, peludas, feas, envidiosas de las lindas, feminazis" y otros que apelaban que el movimiento feminista restringe la libertad de elección laboral de algunas mujeres. 

Y ahí me quedé pensando sobre la falacia de la libertad de elección, teniendo como supuesto inicial que la libertad que yo tengo se mide según la sociedad y el poder que se ejerce, al punto que es una acción de libertad es capaz de protegerme socialmente en mi desarrollo sin efectos perjudiciales colaterales. No hay que olvidarlo, una transformación viene a cuestionar la ética de las personas, el cómo se concibe la realidad y como debería ser transformada. Teniendo esto claro, avanzaré a un ejemplo, ocupando un tema que me agrada mucho en cuanto su complejidad: relaciones sexuales. 

Hace unos años me abrí sexualmente a explorar, no pensándolo así necesariamente, pero quise hacer las cosas cuando así las sentía, aunque esto tuviese sus defectos. En ese sentido, tuve libertad de acción y elección, elegí con quien mantenía relaciones y con quienes no. Sin embargo, esa libertad de acción, estaba coartada por una restricción y castigo por ser mujer, no estuvo exento de agresiones, es decir, por ser mujer desarrollé una sexualidad violentada de forma sistemática. Claro, hice lo que quise, pero también recibí tratos que no eran equivalentes entre lo que podía desarrollar el hombre y lo que no podía realizar yo. Y ojo, hago esa comparación para entender que hay límites de género, que dan cuenta justamente de una desigualdad política entre distintos tipos de personas. 

Es ahí donde yo comprendí, primero, la violencia es una situación contextualizada que debe ser entendida como una expresión de desigualdad política que reduce al ser humano (restrictiva y represora); y segundo, la libertad era contar con una situación de igualdad política, es decir, la libertad también debe ser el orden político de igualdad de desarrollo, por lo tanto, de condiciones (Esto puede ser trabajado desde la teoría materialista, para comprender la naturaleza de los medios y la dialéctica, al igual que con los planteamientos de Simone de Beauvoir). Entonces, a pesar que yo pudiese elegir, la represión iba a marcar el privilegio de género, es decir, develando el sistema patriarcal. De este modo, mi desarrollo estaba reprimido por una herencia cultural de privilegios, del cual no se puede salir, por lo tanto, como feminista debiese eliminar parte de esta herencia, toda aquella que reduzca a la mujer a un objeto y no permita el desarrollo como sujeto con sus respectivas responsabilidades sociales. 

Finalmente, no, no creo que es una cuestión de subjetividad e impresiones, de sentires, sino más bien, hablamos de la reducción de la subjetividad, que produce la objetivación. Parafraseando a Simone de Beauvoir, la objetivación sucede cuando mi subjetividad no depende de mi mismidad, sino de la subjetividad de un otro que anula la mía. En otras palabras, no dependo de mi reflexión en la sociedad, sino de aquello que hacen de mi, en contra de mi misma. Entonces, cuando hablo que el proyecto de libertad de la mujer, consiste en resguardar nuestra integridad de forma social, porque existe un consenso proveniente de una igualdad política. Por lo tanto, para poder tener dicha libertad, es necesario eliminar esta forma de entender la subjetividad femenina y, por consiguiente, la violencia que se genera para que las mujeres no nos desarrollemos como sujetos íntegros. En otras palabras, la libertad de elección de la cual hablan estas personas menoscaba la libertad social, es decir, la que me permite mi desarrollo subjetivo y libre. 

¿Esos empleos se deben eliminar? Claro, porque profundizan la desigualdad política objetivando a las mujeres y permitiendo el desarrollo del privilegio masculino, el cual es usado para reprimir a las mujeres. Y no, no elimino una vía laboral, porque no determino a las mujeres a esas funciones que ponen en riesgo a otras, sino que es un movimiento que abre las puertas a otras opciones que consten en permitir la libertad de todas. Por tí, por mí, por todas mis compañeras hay que eliminar la herencia del privilegio masculino. 
Salud!
PD: No, no soy gorda, tengo un estado de salud que se respalda con instrumentos de la medicina; como cualquier persona de chile, tengo rasgos mestizos; y no tengo envidia de las bonitas, creo éticamente y políticamente en la sororidad

Una feminista más en chile. 

  

sábado, enero 20, 2018

El bonsai

Él me dijo que era liberal...
Por alguna razón recordé un minuto de mi vida a los 10 años, veníamos viajando de Los Andes a San Felipe en el auto de mi papá, hablábamos de varias cosas, entre esas, sobre ser libre. No puedo detallar la razón del tema, pero mi padre dijo: nadie es libre, ni siquiera en tu propia cabeza, si quieres probarlo, piensa dañar a la persona que más ama de la manera más brutal. Así que intenté pensarlo, pero no pude, el cariño a esa persona no me permitía sin siquiera imaginármelo. Ahora creo que sí podría, por la cantidad de agresión que hay en mi entorno de la cual soy más consciente.

 Sin embargo, me di cuenta que había un límite y ahí, en ese límite, estaba la marca del fin de la libertad. Luego durante años pensé que la libertad se trataba de entropía, del desorden, pero no, en realidad esa marca era la del poder. Así pues entró una nueva discusión, ¿cuál era el rol del poder si hablamos de libertad?, por un lado estaba la realización y el acto; por otro lado, estaba el orden y la coordinación; y por otro punto estaba la subordinación de la acción. En mi discusión personal, me di cuenta que era el poder significaba la acción de ordenar, pero el dilema era ¿cómo y por qué? Y es ahí donde se encontraba la utopía, el lugar lejano que pretendemos llegar, un lugar de un poder socializado o un lugar de un poder jerarquizado. 

La utopía se basaba en una relación de orden anterior, donde el límite no sólo era una marca en el suelo, sino más bien, se construía con ladrillos fuertes, restringiendo cualquier tipo de crecimiento que no correspondiera al orden. Crecíamos como un bonsai, pensando que esa era nuestra gracia, ese era el sentido y le dimos valor a eso. El poder más grande era el status quo, el presente semejante al pasado, la imposibilidad de pensar algo, ni saber cuáles eran nuestras facultades. Pues así armamos el cultivo de locos y revolucionarios, que se preguntaron más de una vez las mismas cosas y se vieron a sí mismos como el primer límite. Entonces, los locos y los revolucionarios, a veces ambos a la vez, empezamos a conocernos, a conocer nuestras facultades y entender dónde se formaba ese límite. 

Y ese límite era por la propiedad, la herencia de privilegios y el castigo, lugar donde tu fuerza se destruía apenas al entrar en contacto con ellos. Lugar donde te degradabas cada vez más, mediante la tortura de vivir como estabas asignado y designado. La propiedad, la herencia y el castigo era ser un bonsai... ¿Y tú, tú que permites el límite, me dices que eres liberal? ¿Tú con privilegios hablando de tortura y de victimización de los que no hemos tenido privilegios? De esta manera recojo una frase popular durante estos días "En Chile se encarcela la pobreza" ¿y tú diciendo que yo soy poco realista para mis abstracciones, cuando no le has trabajado un día a nadie? ¡QUE DESCARO! 

sábado, enero 13, 2018

La herencia de la masculinidad

El género es una construcción social dijo Simone de Beauvoir en El segundo sexo, pues claro, la vida de la corporalidad se vive socialmente, de manera que si dirigimos nuestra atención hacia la masculinidad, el privilegio es a su vez una herencia social. Esta herencia social se compone de una serie de características prácticas definidas, lo cual quiere decir que a quien se le dota de privilegio, como medios de desarrollo político, se dota porque tiene características corporales definidas. Dicho de este modo, al hombre se le dota de privilegios masculinos y se le obliga a ejercerlos, es decir, a ejercer su potestad ante su contrario que es la mujer. Entonces, a diferencia de la perspectiva separatista, el hombre no nace hombre, sino que también se hace. 

viernes, enero 12, 2018

proyecciones de sombras

Hola, soy yo de nuevo, no sé si me recuerdas de todas esas noches que entorpecí tu calma con pensamientos pulsantes. La verdad de las cosas es que hoy me siento un tanto estúpida, no porque hiciese algo torpe, sino porque me siento banal y con un ego increíble que me hace pensar que debo mirar a los demás hacia abajo. Pero en realidad soy tan efímera, una masa de carbono que piensa a lo largo de su vida que aporta a algo, pero se consume en su propia inmundicia mortal. Me siento un costal de mierda, orgullosa y banal, pienso que soy la tuerta cuando de verdad soy una ciega más. No sé, me siento como un loco que se recoge en la esquina de una habitación, debatiendo sus propios delirios, encontrándose en la tumba de la soledad.
No, ya no quiero hacer más proyecciones que sólo me contemplan a mí y a mi sombra, no quiero debates de delirios, no quiero sueños que se acaban en mis incapacidades. Te quiero a ti, amor, junto a mí a cada momento. Te quiero a ti, amor, mi contradicción.