martes, enero 08, 2019

Replantear preguntas

Cuando terminaron las elecciones presidenciales en Chile la izquierda del país se preguntó "¿quién le hizo el juego a la derecha?", cuando en realidad estábamos frente a la crisis de representatividad del Estado, es decir, ante el resultado de una estrategia pre eleccionaria y no una falla de estrategia electoral. En un principio nos alegramos porque fue la inasistencia sufragista la que ganó en las urnas, cuando en realidad era uno de los tantos síntomas que tiene la crisis. La crisis del Estado no fue producto de la polarización del pensamiento de la gente, sino más bien de sus fallas constitutivas: de la corrupción, de los privilegios, del nepotismo, del poder centralizado. Esta crisis debe preocupar a la izquierda, porque nos precede una historia en torno al Estado y somos asociado a lo que la gente se refiere con "extremos". ¿No les resuena Chilezuela y su razón de ser en el periodo electoral?

Hace meses me pregunto "¿por qué creemos en los "extremos"?", ¿qué significa los "extremos"? y la manera más sencilla de definir este concepto es como homologación de ideas diferentes pero puesta en contraste, de este modo "la derecha" y "la izquierda" pierden sus diferencias epistémicas y se unen bajo una comprensión ambigua sobre el Estado. Esto quiere decir que la homologación es la comprensión del poder del Estado y que pone en sus extremos a sus beneficiarios, en otras palabras, se pone en jaque la distribución y el derecho social en contra de la proyección de la producción económica. Lo curioso de este tema es que en la actualidad Chile no posee una izquierda conservadora a la cual se pueda asociar tan fácil "su historia homologada" acerca del Estado, pero sí en latinoamérica tenemos la figura de Venezuela y las repercusiones de su emigración. Además de la propagación de las obstrucciones políticas y económicas que se enfrenta Maduro, la participación del PC en el Gobierno de la Nueva Mayoría vino a relacionar a la izquierda conservadora (Reformista) con el "centro". Por lo tanto, el "centro" se disipa y se relaciona a la izquierda con ideas "extremistas", es decir, es proclive a ser atacada y es culpada de "asesinatos" y "hambre" como parte de su comprobación del extremo. Por ello no es casual que la figura de Guzmán sea algo de qué hablar en conjunto a las crisis vividas en Venezuela. 

Ante este escenario, he escuchado distintos planteamientos en torno a las condiciones de la derecha y uno de esos planteamientos es la fracturación de la derecha. Es una de las dudas más relevantes y complejas que debemos tener ahora, porque es esta duda la que vendría a resolver el mapa. En la actualidad tenemos una derecha conservadora y una derecha liberal, que en palabras sencillas se entendería como una derecha fascista ante una liberal. La propaganda de la derecha liberal ha constado en coquetear con los movimientos más estratégicos de la izquierda, es decir, coquetean con el tecnocratismo como vía y las políticas sociales progresistas. Si alguien recuerda los juegos de Lavín en torno las políticas de Jadue, además de su postura sobre la dictadura y el "arrepentimiento de clase" o el coqueteo de Mattei con el feminismo liberal, o el último retracto de Felipe Kast. Por otro lado, la figura de Piñera en el gobierno es compleja, porque por un lado su alianza está compuesta por ambas derechas, unas que quieren dejar entrar a China y otras que quieren dejar entrar a EE.UU, unos con embriaguez de dictadura y otros más tecnócratas. Y, por otro lado, ha bajado de los Ministerios a la derecha conservadora a excepción de su primo, el cual es un factor clave para preguntarnos sobre la fragmentación, en conjunto de la misma propaganda en contra que tuvo de personajes como la Teresa Marinovic, la cual lo describió como un "ludópata". 

Planteo que es fundamental preguntarse sobre la fragmentación de la derecha porque ya sabemos que la izquierda lo está y esto tiene que ver cómo esta derecha se va a posicionar en las próximas elecciones y, no sólo eso, sino que también es preguntarse si la fachada de fragmentación tiene algún propósito. Sin embargo, lo que más podemos tener claro es que Gramsci siempre va a tener razón, porque si el Estado es burgués, la política es burguesa y, por añadidura, si la derecha conservadora tiene poder, siempre habrá espacio para el liberal. Entonces, ¿por qué mostrar fragmentación en periodo de crisis de representación? ¿Esto tiene relación con la polarización internacional? ¿la disputa de la energía del petróleo y la eléctrica tiene un rol acá? ¿la economía china y la estadounidense es un factor relevante para tomar decisiones? ¿Piñera no estará apaciguando las aguas ante las dudas del proceso internacional o es más bien una estrategia para asegurar un gobierno de derecha liberal? 

Mientras que nos planteamos si la derecha está fragmentada, debemos cuestionar nuestra asociación con el Estado, porque de manera que aparece el fascismo, un gobierno de izquierda quiere ser saboteado. Y no sólo eso, sino que nuestra historia ha mostrado las fallas de la teoría de la centralización y distribución, no porque se ha tenido que luchar en contra del fascismo, sino más bien porque el fascismo vino complejizar la comprensión de la centralización del poder. Los extremos son ficciones, pero ficciones útiles para cerrar los movimientos de la izquierda, de manera que la organización social anticaudillista es fundamental en la actualidad. Y, aunque nos parezca grosero, también es fundamental el amarillismo concertacionista para menguar la ficción de los extremos. Sí, Boric es un amarillo, pero no es weón, sabe que en estos casos debe haber un "centro". Entonces, bajo este caso, la izquierda revolucionaria debe tomar más del negro que del rojo en este momento, del mismo modo que como sociedad debemos voltear la mirada hacia la sociedad. El Estado está en crisis de representación y apelar a éste es sostener el conflicto.   
  


sábado, enero 05, 2019

EL SUBORDINADO IRRACIONAL

Una de las armas más potentes del patriarcado es encasillar la protesta y descontento de la mujer como un acto irracional (la regla, las hormonas, su instinto animal, etc), de manera que todo intento de defensa se transforma en su debilidad. Este escenario se repite en otras formas políticas de represión, como es el dirigido a las clases trabajadoras rebeldes, ya que se apela a su vez a la falta de educación, ignorancia, flojera, falta de méritos, etcétera, por ello, no es casual que se apele a "lo quieren todo gratis". Aparte de esto, contamos con una teoría que no es de acceso a la totalidad de la población por lo elitizado de su lenguaje, lo que permite posicionar un discurso en la sociedad sobre la irracionalidad. Es así como uno de los numerosos intentos para difundir el discurso de irracionalidad es la instalación del concepto de "terrorismo" y la manera que se propaga en los medios de comunicación sus leitmotiv. No olvidemos el peso de esa institución hegemónica. El leitmotiv es vacío, es especulado, no debe significar nada para nadie, por ello se refuerza socialmente. Por esto, lo que ocurrió ayer no es para convencer a los dudosos, esto es para robustecer al dominante y su discurso, porque ahora el ecologista es mirado como un irracional. Y ojalá nos quedáramos sólo con eso, porque mientra que los pacos lavan su imagen, aparece el "ecoterrorismo" y los ecologistas "se suicidan". A algunos que les suene el blindaje ya se dará cuenta. En este momento temo del terror que ha implementado el Estado mediante su estrategia de irracionalidad sobre su objeto de represión, porque la bomba puesta ayer en la calle se encuentra en una zona estratégica de Santiago, cercano a distintas sedes universitarias y donde por curiosidad hay gente que vende hamburguesas de soya.

Entonces, ¿qué puedo concluir de todo esto?, lo primero es dar cuenta de lo peligroso que es para nosotros mismos la elitización de nuestras protestas, su complejidad de lectura en la población y la separación entre los que entienden y no. Nuestra misma sociedad es la principal arma de subordinación, es cómo nos miramos a nosotros mismos, es mirarnos todos como weones pobres e ignorantes. Estamos en un periodo donde debemos ser más claros que nunca sobre nuestras estrategias, por ello tenemos una deuda grande para aclarar cómo y cuándo ocurre la represión, y cómo hemos estado siempre divididos por género y clase. Debemos trabajar en la "desirracionalización" de lo que somos, lo que siempre hemos sido y lo que siempre seremos; debemos trabajar en la cautela a la vez que trabajamos en la autodefensa y la defensa colectiva. ¿Acaso no recordamos por qué era necesario desentrañar la "utopía" en la teoría socialista? Porque la utopía era un lugar inhabitado, comprendido como imposible. Sólo recuerdo una experiencia particular cuando discutí con mi jefa y ella me dijo que yo era una soñadora por querer transformar la sociedad. Nosotros no cambiamos a la sociedad, nosotros somos la sociedad que debe cambiarse a sí misma en primera instancia. Lo personal es político y es el primer principio donde se pierde la noción de utopía, porque el "no lugar" es contrastado con el ahora posible. Tu acto es tu primera propaganda, luego de ello se trabaja en la sociedad.

Por otro lado, la defensa debe entenderse discursivamente, eso quiere decir que debe entenderse la razón de defensa y contar con testigos de defensa. Uno de los movimientos más fuertes de la ola feminista fue la sororidad, ya que sólo a través de la comprensión de muchas mujeres los testimonios tuvieron testigos y respaldo, razón y perspectiva. Más allá de esto, la reiteración de la defensa se transforma en un imperativo y constructor de sentido, es decir, se vuelve una razón. ¿Por qué?, porque la relación entre dos personas que experimentan entre ellas y con otras la misma experiencia se transforma en un conocimiento adoptado y posteriormente en una razón. Necesitamos defensas colectivas y ello significa unión social y de criterios.

Bueno, eso es lo que pienso.