El tema y nuestra intención es lo que primero que debemos plantearnos para comenzar a escribir, en otras palabras, establecer "¿qué es lo que quiero contar?". Definiendo la razón de comunicarnos, se debe determinar el inicio, desarrollo y su respectiva conclusión. Pero ¿qué sucede si sólo deseamos hablar sobre la vida? Difícil tema como para poder entender cuál es LA conclusión. Entonces me voy a algo más sencillo, ¿qué sucede cuando sólo quiero hablar sobre algo de mi vida? Aquí me doy cuenta de la magia que generan los verdaderos escritores, aquella capacidad que tienen para poder entender y desenmarañar el sentido que tiene una persona en su propia vida. Esto, queridos amigos, es talento.
Otro consejo: para escribir no sólo basta con el reconocimiento del tema y su orden lógico, sino también es necesaria la capacidad de reconocer el sujeto o sustantivo que genera todas las acciones, empero esta es una labor complicada cuando prefieres el anonimato. Entonces, ¿qué resulta del anonimato?, pues el desconocimiento de la historia. ¿Cómo se podría construir el inicio, desarrollo y final sin asumir cuál será la historia? Tarea imposible. Deberíamos reconocer qué es lo que nos conmueve, excita, estimula de esta vida como para comenzar a escribir sobre una pequeña parte de nosotros, aquella parte que compromete la totalidad de una persona. Sin embargo, me doy cuenta que la identidad ha sido un tema que se ha quedado dormido en la cama del romance.
Quizá todo este tiempo debí preguntarme a mí misma quién era, como una manera de estimularme a tomar decisiones claras y oportunas. No debí enceguecer por la necesidad de afecto que me invadía, buscando la aceptación de un otro, sin haber logrado la mía antes. Ahora me pregunto, pero la cifras son negativas: no tengo una respuesta ante mi identidad, a pesar que he trabajado sobre la memoria y la identidad de forma académica. Un fraude, soy un enorme fraude. Por otro lado, pienso que todo esto es parte de la negación, la negación a asumir que para el resto puedo tener una historia aburrida. No, mi vida no era aburrida en lo absoluto, estaba llena de dramas, tragedias y otro tipo de literaturas. Entonces, ¿por qué no me he podido ver a mi misma en el pasado?
Me siento como Alicia ante la pregunta de la oruga fumadora, porque "he cambiado tantas veces, que ya no sé quien soy". Si la vida consta en cambios, probablemente el punto de partida es un momento particular que aglomera una época. Sí, la historia es sobre una época, pero ¿cuál? Quizás debería escribir sobre el final, sobre lo que soy ahora... ¿pero si mi versión actual es sólo una mujer en proceso de convertirse en adulta? ¡Me agobia! ¡¿Cómo es que llegué a este punto?! ¡¿Cómo es que llegué a convertirme en alguien tan aburrida?! Tanto tiempo de hablar de mi misma, que ni siquiera puedo evaluar un mísero episodio. A lo mejor la respuesta no está en lo que debería escribir, sino, en lo que debería hacer.
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