jueves, septiembre 15, 2011

Yo no ser weona, pero a veces dudarlo II

Creo que la última entrada contando las anécdotas sucedidas por romances fuertes o pasajeros, con personajes sacados de libros. Este último no sucedió hace tanto, pero fue algo particular, una relación de confianza, misógina y andrógina, intelectual en sus vastas perspectivas. Él caballero sin armadura y de su caballo de poca monta, el que me dejaba caminar atrás gran parte del tiempo, probablemente ni habría notado que me había extraviado o me estaban violando en ese preciso momento. Después de menospreciar gran parte de mis analisis temáticos, venía con su cariño brusco y bruto, como por ejemplo, empujarme a una calle bastante transitada. Culparme después de que se extravió debido a que no siguió mis instrucciones, porque ni siquiera confiaba algo que conocía tan bien. Pero esa historia no fue así de cariñosa siempre, muchas veces fue peor, sin nombrar de nuevo el desdén y la ácida critica en base a lo que me gusta hacer, me desechaba como si fuera u trapo viejo, usado, pero lo quería mucho y lo volvía a buscar: Se sorprendía... a veces siento que sigue poniendo a prueba mi amistad tan rara. Los abrazos y los golpes cariñosos... ¡qué dilema!.
Tampoco podré olvidar aquel personaje que le dije más de una vez ¡Me cagaste la vida! Mi compañero de porrazos múltiples, el de las palabras: Me encantan tus ojos, si supiera escribir le haría un poema, pero soy pésimo en eso. Quien nunca dijo con claridad si le gustaba o no, dejándome en la pendiente de la duda por meses, en el desden, evitar, hasta que al fin desapareció, me eliminó como mero excremento. Y pasó el tiempo y las hormonas andaban raras, me acerqué y el sólo me dijo: Me dañaste mi salud mental. Bueno, entre frases como: Me cagaste la vida y dañaste mi salud mental, estamos a mano.Pero de lo lindo de toda la salud mental desequilibrada, quedo una canción y algo de mantequilla para cocinar algo rico.
Y ahora que me queda: una salud mental dañada, un libro de filosofía, musica melancólica, mantequilla antes que la margarina, y "gente brillante".

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