domingo, agosto 28, 2011

Velo y burbujas de vidrio

¿Dónde esta la libertad de los sentidos?
Mi abuela con su amor cálido me cubrió el rostro con un velo negro, nunca supe por qué, siempre me llenaba de amor, siempre el tacto, siempre mis oídos atentos a todas las palabras. No supe de verdad ni rostros, no supe de situaciones complicadas, no supe de problemas, solo reía con los sonidos extraños a mi alrededor, los sonidos de las discusiones, de la argumentación del adulto. Antes que recordara, ella se acercó a mi y me dijo:
-Antes que veas hacia atrás, antes que puedas recordar tu infancia, estas presente ante algo que puede doler, ante algo que te va a lastimar por años si vez la luz de la verdad. Me cubrió mis ojos y conjunto a ello me beso la mejilla. Y esa fue la primera palabra sin ver, y sonreí por su cuidado.
Llegaron los diez años y mientras que los adultos se vestían de luto, yo me sacaba mi velo y la veía por primera vez tendida en el féretro. De ahí el amor muerto, de ahí la vida y el peligro de ver. La luz de ella en su máxima verdad de la muerte. Llore por meses y bajo mis pies se iba cristalizando, dolía el andar, dolía pensar que todo lo que sentía antes tenía un sentido, y el sentido siempre era acorde a sí mismos.
Los años pasaron y las lágrimas fue mi primer castillo redondo, mi primera protección. Lo construí al igual que construí mi inteligencia, construí el sentido de la lógica y la razón, y ahí estaba yo ante la pared de vidrio, con miedo, protegida, sola, soñando... Muchas veces quise salir, sin embargo mi padre me decía que me quedara ahí, mientras que seguía en un colegio donde no se hablaba de política o de dolores ajenos... me quede allí... me quedé... me dormí...

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