No sé si lo recuerdas, pero estábamos sentados en el suelo de un lugar muy antiguo, con paredes blancas y pocas luces. Llevábamos horas mirándonos, hasta que de una forma abrupta miro mis manos y veo que tengo dos cajas pequeñas, una de metal y otra de plástico. Tú me pasabas un anillo y yo lo guardaba en la caja de metal, mientras que te pasaba la caja de plástico. Luego con mis dos manos tapé la caja de metal y cerré los ojos. Tu abriste la caja de plástico y sonreíste, diciendo: Lo lograste. Sonreíamos, como si hubiésemos hecho algo que no estaba permitido y habíamos cruzado todas las barreras.
Nuevamente junté las manos hasta que empecé a sentir mucho calor entre ellas y que algo se iba acomodando. Las abrí y era dinero, mucho dinero. Saltábamos y danzamos por la habitación, puesto que al fin habíamos descubierto algo que nadie más sabía o conocía, algo tan oscuro que ni su imaginación podía alcanzar. Hasta que una pregunta detuvo nuestros pies: ¿de dónde provenía todo ese dinero?
Miramos de reojo a nuestro alrededor, algo estaba por suceder y no lo sabíamos, hasta que vemos entrar a la luz muchas cucarachas. Ya no huían de la luz, sino que se acercaban sin miedo hasta nosotros, como un batallón en busca de venganza. Teníamos miedo, tratábamos de pisarlas para defendernos del pavor que se había adueñado de nuestros rostros, pero cada vez eran más y más. En nuestra desesperación caímos y nos cubrió un manto negro, sentíamos cosquillas y mordidas feroces. Chillábamos desesperados, tratábamos de evadirlas, pero al gritar entraban por nuestra boca y nos ahogaban.
Cuando sentía que moría, estallan las ampolletas que estaban en el lugar, quedando suspendidos en el aire los miles de fragmentos. Con el único ojo que estaba libre de cucarachas, miraba hacia la pared y veía que se formaba una silueta que no podía distinguir bien, puesto que la única luz que teníamos era la que entraba por un pequeño agujero en la pared. Esa luz se intensificó de golpe, lo que me permitió reconocer a nuestras siluetas bailando, hasta que de pronto un sonido seco, como un puño en el pecho, me despierta de toda esa escena.
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