lunes, septiembre 25, 2017

Guía práctica para entender la depresión

La depresión es una enfermedad y aunque algunos hemos tratado de contradecir esa afirmación a lo largo de nuestra vida, sólo terminas asumiéndola, porque se vuelve una situación innegable. El desgano vital, como algunos han mencionado, consta en una sensación similar a estar agripado o afiebrado, deliras en pensamientos de autoconvencimiento de tu situación momentánea. Cuando tratas de hablar de lo que te pasa, sientes deseos de llorar y desmoronarte, como si fueses un cúmulo de barro seco mal armado. Algunos hablan de un quiebre, como si tu mente y cuerpo quieran ceder ante esa sensación de pesadez mental. 

Algunos que hayan tenido periodos de paranoia fumando marihuana u otras drogas, comprenderán la sensación de veracidad de tus pensamientos, donde crees en todo lo que piensas, como si fuese la verdad más grande que hayas encontrado en tu vida. Claro, hasta cierto punto lo es, porque es una lucha de vida y muerte, donde la decisión de tu propia muerte es el momento más álgido de tu poder personal. Como hablábamos con una amiga, se vive similar a cuando terminas con alguien y crees a ciencia cierta que jamás tendrás la misma oportunidad como la tuviste con esa persona, a pesar que la relación sea tóxica. Crees con todas tus fuerzas en que eres incapaz de resolver el delirio, lo que te vuelve indeseable socialmente e incluso molesto para quienes no comprenden este episodio tan común en un depresivo. 

Los demás dirán: es un problema de tu voluntad o lo atribuirán a tu inmadurez; claro, se expresa como inmadurez emocional, porque es una adolescencia, una incapacidad. La misma persona que posee esta depresión también lo piensa, por ello cree que jamás estará preparada, porque la sociedad te lo reafirma con rechazo. Entonces ahí deriva el encubrimiento de tu sensación: finges estar enfermo de otras cosas, del estómago, jaqueca, etc, hasta que empiezas a somatizar paulatinamente, para ser validado como enfermo. Por otro lado, otras personas se vuelven herméticos y no demuestran lo que piensan o lo que sienten, lo que deriva en una depresión endógena. 

Otros, como yo, tratan de ser útiles y buscar la catarsis de todas las frustraciones que surgen de la incapacidad, por ende, suelen tener problemas con el alcohol, drogas, sexo, vicios... Hasta que llegan a un climax de cansancio o stock de actividad, entonces caes en el periodo B, que es el descanso y una desgano vital profundo. Algunos amigos depresivos eran muy productivos, de hecho, uno había pasado de vivir con su pareja en un local a comprar una casa, un auto y más, por medio de su obsesión con el trabajo, hasta que se cansó y volvió a perder todo. 

Por otro lado, la búsqueda de identidad se vuelve algo temible para un depresivo, puesto que si tienes un historial depresivo es tu referente de construcción personal. Entonces, no sabes si advertir al resto que eres una persona inestable para ser entendido o reniegas de ti mismo hasta que el azar te lleve de nuevo a un periodo similar, aunque creas que ya eres sano. Esto deriva a ser agredido si la persona no comprende el episodio psicológico que vives. En conclusión, las relaciones sociales de un depresivo dependen mucho de las capacidades sociales y emocionales de su entorno, a pesar que éste no lo desee. 
En conclusión, dependiendo de la experiencia personal que haya tenido el depresivo con su entorno este puede hallar soluciones: si este ha enfrentado constantes rechazos, abandonos, agresiones, este puede llegar a un estado de desesperación y megalomanía hasta quitarse su vida. Si este ha experimentado sucesos de esperanza social, puede ser más estable, puesto que ve en su entorno una oportunidad de mejora. Sin embargo, todo esto se traduce en un acompañamiento y estabilidad emocional de su entorno, por ello, la mejor tratamiento para un depresivo es generar relaciones estables que comprendan el fenómeno interno. 

La depresión sí es una enfermedad y puede ser letal. En casos más serios, el depresivo ya no tiene esperanza alguna que la situación pueda ser revertida, siendo este uno de los principales casos donde el depresivo abusa de su entorno, puesto que no existe mejora. Entonces, en los casos más severos, la agresión de su entorno aumenta como medida de defensa ante el abuso del depresivo, lo que derivaría en un aumento de delirios, déficit comunicacionales o constantes intentos suicidas. Por lo tanto, un depresivo en periodos álgidos puede ser excesivamente conversador, pero poco inteligible, incapaz de hacer algo y por lo tanto, es dependiente por completo de la persona que lo atiende.

Es curioso, un depresivo, como yo... puede comprender todo esto y aún estar hasta las cachas con esto. ¿Crees que es una cuestión de voluntad todavía? ¿Como podría ser voluntad si eres convencido por el delirio? Con suerte la mayoría de las personas logran ser disciplinadas en algo y esperan que el depresivo sea capaz de tener un control inmenso de su voluntad. Si conoces a un depresivo, ten cuidado de las pelotudeces que dices. Porque si aún brilla y está enfermo, es porque hay mucho esfuerzo detrás, más del que te imaginas. 

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