martes, septiembre 12, 2017

Falsas víctimas

La historia siempre partió conmigo sentada frente a la pantalla y el teclado, entregando todo lo que mi imaginación y angustia podría crear, aunque fuese poco ético o protector conmigo misma. Esta vez, como si fuese un falso final en esta página, quiero retomar una de las historias viejas, aquellas que procedían de la madrugada y sus necesidades. Viernes 3 am, una canción de Sirú Giran, que explicaba tan claramente la sensación que habita siempre en un deprimido patológico. Trataba de estar solo, frente a uno mismo, lidiando con la enfermedad que te comía lentamente. Trataba de intentar cambiar para poder acoplarse con alguien más, para contradecir ese argumento que renacía siempre noctámbulo. En la noche nadie podía rescatar, nadie podía socorrer y era mensaje secreto para quien contestaba una llamada a esa hora. 

Los héroes no existen, no existe el superhombre, no existe un dios entre los mortales, ni menos nosotros somos sus hijos. Lo que verdad existe son pasiones, deseos infundados, pulsiones antojadizas que han matado el amor suplantándolo. Existe: "ahora no puedo", "deja agendar para esta semana", "quizá deberías morir otro día", "deberías resolverlo y dejar de quejarte". ¡BANG, BANG! Ahora sonrío, porque la depresión se volvió diurna, atenta a sí misma, buscando ayuda para sobrevivir o no vacilar en tu intento. Las respuestas son las mismas, no cambian. Y tú, intentando ser una persona asimilada a la sociedad, dices sin dudar: no importa, comprendo. 

Pensaba en los antihéroes, aquel que me levantó en sus brazos y me llevó para cuidarme; sólo podía ser una persona tan agredida como yo, el cual me acogería y cuidaría reconociendo mi soledad. Sólo podía ser otro enfermo, impulsado por su deseo carnal para tomar ventaja de una falsa víctima. Los antihéroes que llegan de noche sólo los primeros meses, mientras que el sexo sigue siendo un misterio, misterio ligado a la insatisfacción libidinal de la princesa en peligro. De pronto, el seudo superhéroe comprende que la princesa es la que subió a la torre y se encerró, se aburre de la misma rutina y deja un vacío en su cama. 

El enfermo no es una víctima, es tan sólo eso, un enfermo. Alguien que repite patrones, que acumula su infección en alguna parte de su cuerpo o su contexto, repitiéndose a sí mismo lo desdichado que es. Incapaz de proyectarse, porque sus horas fueron pensadas y destinadas, pero nadie quiere asumirlo como es. El enfermo sólo quiere ser recogido del pavimento, para así no pudrirse en soledad antes de estar bajo tierra; es un higiénico que no quiere ser la mierda en la cual se posan las moscas. Nos preocupan tonteras, como quién cantará en la misa o quien levantará nuestro ataúd. 

Somos falsas víctimas que jamás nos dimos una oportunidad, sólo dimos más tiempo para ser útiles, jamás nos engañamos con el compadecimiento de llamarse amigo de aquellos que sólo existió el egoísmo y lo posible. Un deprimido que aprendió algo puede ser aquel que se dijo en soledad: no amo a nadie a quien le pido ayuda, porque es su ausencia la que marca el límite de mi sobrevivencia. No lo necesito, no necesito a nadie para vivir, no necesito las espaldas volteadas, ni milagros completamente accesibles. Necesito mi soledad comprendiendo que no hay nadie, no porque haya algo mal conmigo, sino porque hay algo mal en ellos cuando yo soy un defecto de la sociedad. Soy un cuerpo, un escorial, un basural que tiene reflexiones que hace desviar la mirada. Tengo las capacidades de hacer exactamente lo que hacen los demás, pero soy una negación, soy una boca sedienta que se rellena con comida y no con agua. 

Vivo sólo para ser útil o esa es la mentira que solemos decirnos para no cortar la historia. Vivir para culminar un proyecto, para ser autosuficiente, trabajar hasta que desmayes en el trabajo y te recojan con la escoba para poner a otra persona. Se útil para sentirte diferente a los demás, se útil quizás para hacer historia... pero a los deprimidos nos gusta inventarlas. Imagina esta sociedad si eres tan útil hasta ser historia, imagina como podría ser si piensas que eres diferente, sólo el ego puede crear esas utopías. Que puedo decir de las lágrimas, esas que parecían de cansancio y tristeza, sólo fueron frustraciones por deseos y no por realidades. Nos volvemos prácticos porque no es la sociedad la que nos hace vivir, sino la capacidad de caminar sin una muleta. Hablé de compartir... compartir, pero nunca darse por completo, ésa es la tónica de la sobrevivencia. 

A ratos la rabia se convertía en rencor, en una sumatoria de "deber ser" que garantizaba mi maldad y acción egoísta. Pero yo no puedo, diganme loca, no puedo ser la primera de la lista en todas las cosas que hago, porque eso nunca me ha interesado. No puedo planear mi venganza, mi "ojo por ojo", mi falsa justicia, sólo puedo incurrir en la autosuficiencia y pensar que tendré una oportunidad de no ser yo el motivo que aleja a las personas y dejar a la vida que ponga las circunstancias. Nunca fuimos víctimas de este sistema, sino más bien somos el soñador que se paró ante lo increíble y se planteó realizarlo, sin saber que esto le costaría el resto de su vida. 

No necesito, sólo debo dejar que la fractura ocurra. 
 

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