Cuando le dije que explotaba mis sensaciones maternales, sólo lo dije por un sentir. El respondió con preocupación que "yo no era su madre". Ahora pienso:
La maternalidad no es el resultado del acto de parir, ni se promueve sólo en la mujer, es un acto cargado de historia social y símbolos afectivos que son producto de contener en sí mismo la vida del otro, y que se refleja en situaciones cotidianas que cuiden la esencia o el trabajo de sí mismos y del otro. Y aquí me someto al acto y juego fenomenológico de la redefinición para alcanzar y masificar la utopía de la igualdad de condición y la semejanza de la diferencia. El sentir, ante todo es la asociación simbólica de una experiencia actual hacia una pasada, la experiencia natural de la mujer genera una asimilación a un proceso dado por cualidades corporales, lo que genera, por medio de la repetición de eventos similares, un compilado interminables de actos que pueden asimilarse a un tipo de "alimentación simbiótica" que sucede entre los humanos, y al ser transferida a un otro por medio de la experiencia vivida, éste también puede ser maternal si es capaz de replicar una serie de significantes que se compartan en comunidad. Por lo tanto, el gran problema de otorgar grados de maternalidad a quien se le asume como incapaz de tenerlos, es la capacidad de entender en la comunidad que el sujeto puede replicar experiencias "originarias", es decir, no es culpa del sujeto sino del entorno de ése sujeto.
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