martes, junio 18, 2013

Jesus el bastardo 2

Era un punky que hacia muebles a la vuelta de mi casa, su polola era "Magda la puta", la que siempre se dejaba tocar por los 12 Apostadores que se juntaban en su casa, entre ellos estaba "el duro Pedro", y "Judas 3 pesos". Cuando no apostaban en las cartas, se bebían litros de vino en caja en el cerro, inhalaban coca y fumaban weed. "Jesús el bastardo" estaba en una banda la cual tocaba en el "Judío" los días sábados, su publico se volvía loco, se golpeaban entre ellos hasta quedar tendidos y tranquilos sobre alguna mesa o el suelo del bar. Era un lugar mezquino, olía a sangre y a putrefacción cada mañana después de algún espectáculo. 

Decían que a la María, su madre, la habían violado cuando cabra y nadie sabía por quien, así que iba a la iglesia todos los domingos en la mañana, como si la pobre diabla tuviese alguna culpa. Después se le anduvo escapando los enanitos pal bosque, asi que se cubria su cabeza con una toalla mientras que llevaba de 7 meses al pendejo. El José que era un buen tipo no le creyó siempre, pero sabía que no podía dejar sola así que se hizo cargo del crío, pero los traumas por ser un bastardo marcaron al infeliz por toda su vida. Cuando veía un caso de violación en la televisión le escupía a la pantalla y procuraba cortarle la "tula" a todos esos culiaos. 

Jesús estuvo hartas veces internado en el psiquiátrico,  por lo que terminaba siendo un conchesumadre con muchas experiencias, las cuales replicaba de manera sencilla con su limitado vocabulario, si estaba en contra de algo cuestionaba la etica de todo hombre con poder, el era sencillo pero un ambicioso como todos los demás que alguna vez critico. Lo llevaron allí porque habían visto que se metía con las prostitutas masoquistas, su espalda estaba llena de latigazos soberbios que hasta su salud comenzó a empeorar por los golpes... creo que esa fue su gran adicción, como si fuese un dios torturado se dejaba golpear por la más marrana de las trabajadoras. Por algo estaba con la Magda, la cual redujo esos latigos a un par de rasguños por la noche. 

Siempre miraba el cielo... no sé por qué, pero muchos sabíamos que quería morir y era el único deseo no caer en el infierno. 

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