No lo sé, a veces pienso que alguien debería ayudarme un poco, quizás diciéndole a ese muchacho que no soy la persona que pensó, que a veces suelo equivocarme. Pero yo ya no puedo hacer nada, es como si esta puerta giratoria solo se puede girar de un solo lado, de manera que hay alguien allá afuera que pueda decirle. No sé, a veces pienso seguido en él, pienso en su risa, en el carácter de sus opiniones, acariciando a los perros... no sé, habia mucho del que me gustaba en demasía, por lo que a veces se convierte en un especie de amor platónico que tuve la suerte de tener en mi casa, el cual desaproveché en muchos sentidos. Sí, fui una torpe, muy torpe mujer.
Me dicen que soy un desperdicio de mujer por pensar de esta manera, pero no me controlo, viene a veces, como un recuerdo del pasado, de esos que no entiendes, que no puedes poner en contexto. Lo tomo como si estuviese enamorada o algo por el estilo, pero no es así, me niego a aceptar que la naturaleza de estos pensamientos tiene que ver con amor, o peor aun, con obsesiones. Creo que puede deberse a las frustraciones, que los besos no fueron correspondidos, que faltaba algo en nuestra lista de quehaceres, es como si lo quisiera rebobinar hasta el momento que compartíamos un café por primera vez, que el hablaba de Hopper y yo de la higiene con Mary Douglas. Cómo algo tan lindo se puede transformar en una distancia inexorable, ese asco a no querer y no desear nada. Pero te digo, lo he soñado más de una vez, diciéndome que esta harto, que debo dejarlo tranquilo, aún así no puedo, lo quiero en mi vida, lo quiero incluso diciendo que estoy mal, haciendo arreglos en mi conducta, quiero su paz, su conversación amiga.
No tiene sentido... definitivamente no lo tiene.
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