martes, julio 24, 2012

El nudillo exacerbado

Son las 1:46 de la mañana y me devoraba un libro de Sabato. Al rato me di cuenta que ya no sólo era el dolor del cuello que me acongojaba, sino que los dedos anular y medio no podían doblarse, como si tuviera un esguince en ellos. No podía siquiera sostener el cigarro que emanaba las palabras que iba leyendo. De pronto, sin poder tener mayor control del cuerpo, el cigarro cae sobre el teclado. Intenté tomarlo, pero de a poco se iba corriendo, mis movimientos eran torpes y tiesos, ya no sentía la muñeca y el codo lo tenía adormilado.
Aún sigo viviendo las secuelas, evitando quejarme con preocupación, mirando hacia al lado un posible beso en el cuerpo para sanar mis afectos, para sanar mi cabeza, para sanar el motivo de todo esto; el corazón roto que no sostiene un cigarro.
Mi alma ha golpeado de adentro las rejas del cuerpo, que lo van quebrando de a poco, hasta dormir con los dedos contracturados. Tu eres la solución, sólo quiereme un poco para leer un libro en paz, para estirar mi cuello, para no sentir como se pronuncia el nudillo, para no sentir como las muñecas se desprenden del brazo y me quedo sangrando en mi cama. Quiéreme un poco más para ser feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

en volá te quiere menos de lo que quires y más de lo que puede