Tan extraño como el sudor helado, que quema por el cuello y electrifica tu cabeza; tan extraño como la humectación de tu líbido, la locura expele como un orgasmo. Soñé con una mujer que se desnudaba lentamente frente a mi, me miraba y sonreía mientras se sacaba cada prenda. Luego noto que es hermafrodita y yo quedo rendida a sus pies: ¡la necesito, la necesito!, caigo a sus pies porque la necesito. ¡Grito!, grito sostenidamente hasta reducir el ruido externo y me meto a la teta, como si fuese leche retrocediendo en un cuerpo que se vuelve pueril. Vuelvo a la teta, a su teta, al amor y el error. Lloro, lloro como si fuese semen después de la excitación. Sudo frío, muy frío... muero, apago luces y sueño.
El dueño de mi cuerpo chilla como un animal, como un prisionero de mi normalidad, con la cabeza atascada en la trampa, una trampa violenta, como el deseo que te mata. Muere el animal por su deseo, como el feroz por hambre. El tiempo no se siente, me enajeno, me extravío, no entiendo. Me siento inteligente por segundos, olvido y vuelvo a ser idiota. El dueño de mi cuerpo es un extraño, una historia extraña que entra a una vida saludable, ¡me mata!. Vibro, vibro excitada para que me bajes la melancolía y comience a llorar posterior al coito. Me desprecio y me amo. No me entiendo.
Leeme rápido.
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