Soñé con él. A pesar que hace más de un año que eliminé toda posibilidad de cercanía, menos la de la casualidad, siento que hay algo que debo volver a revisar sobre esta situación. Hasta ahora él ha sido el hombre más lindo que he visto, y me refiero sólo de forma estética, ya que él se transformó en muchos dibujos en mis croqueras. Si bien la estética es algo muy subjetivo, me impresionaba el impulso que me gobernaba y me llevaba a retratarlo de forma incesante en miles de hojas. Su rostro estaba lleno de detalles, como el reflejo de la luz en sus ojos color avellana, el mechón de pelo que decoraba sus pómulos, su nariz que se inclinaba hacia el otro. Cada característica entraba en mi cabeza como si fuese un embrujo, que a su vez me incitaba a tomar mis lápices y adorar cada trazo. Fue difícil dejarlo, ya que eso significaba eliminar todo ese trabajo, pero era necesario debido al nivel de agresividad que existía en él. No, no pretendo volver a hablarle, el motivo de tomar distancia fue por amor propio y de resguardo ante tanta agresión de su parte. Por mucho que adore el romanticismo, eso significaría volver a presionar el gatillo. Sin embargo, me preocupa mi pérdida del asombro ante el otro.
Cada vez que dibujaba a un hombre, se transformaba en una sentencia de causa perdida, puesto que aquello que me llevaba a hacerlo era una pasión desatada. Hubo un tiempo que prefería no regalar estos dibujos por una cuestión casi supersticiosa, porque no entendía la razón de todo esto. Ahora, con el tiempo, he podido comprenderla un poco más, pero he perdido esa fascinación estética. Mis croqueras están vacías de esos detalles que me volvían loca... me preocupa y lo diré sin cansancio. A veces cuestiono este sentimiento como si fuese un deseo de mi otro yo eufórico y maniático, que necesita de esos pensamientos para sentirse inteligente y valorado. Me resulta horrible tener que desconfiar tanto de mi misma por el miedo a la enfermedad psicológica que padezco, pero más que nada, por el daño que puede causar dar rienda suelta a estas ideas. ¿Acaso no existe el equilibrio en una persona como yo?
Creo que sí disfrutaba el acto de retratar a una persona, porque me sentía cercana a mi misma cuando llenaba de sentimiento algunas líneas. Definitivamente sentía un grado de enamoramiento al proceso artístico, que ahora más que nada se ha vuelto un cuestionamiento técnico. Estaba enamorada porque el mundo me conmovía, en gran parte para mal, pero me sentía tocada por lo que estaba fuera de mi. Y quizás eso era la maravilla del sexo: sentirme tocada por algo que estaba más allá de mi misma. Pero también todo esto podría darse por la desesperanza por el medio, que sólo agoniza en la utopía política que he ido construyendo; o remotamente se debe a que no he sabido reconocer los momentos en base a lo nuevo que gobierna en mis ideas, puesto que sólo tengo las buenas historias del pasado para hacerlo.
Hace días me quedé donde una amiga y comencé a pensar antes de dormir. Para los que sufren de insomnio es un pésimo indicador. Pero no me negué a esas ideas, las cuales al fin de cuenta me dejaron temblando de miedo al sobreanalizarlas. Pensaba en que detrás de muchos eventos hermosos, se escondía algo horrendo: un beso y el abuso, el cariño y el deseo frustrado, la adoración y el maltrato. Todo se construía como un binario maldito, dando la sensación que eso era lo completo de cada experiencia estimulante. Tal como hablaba con un amigo "las cosas que amamos nos destruyen". Sin embargo, quizá ese es el error de la discriminación y la diferencia de conceptos, el amor y el deseo se construyen como una maldición, no así como un don lleno de sentidos. Quizá ese sentido está lleno de praxis, de procreación y crianza normalizada, en vez de casualidades y milagros. Sí, claramente la lógica se ha llevado mi imaginación, todo se ha vuelto calma, mientras que mi alma busca descontrolarse nuevamente.
En ese binario maldito, el 1 es la existencia del hombre y la mujer, el milagro de la vida; mientras que el 0 es el control. Era la dualidad de la explosión en el silencio, como la pasión en la falta de esperanzas. Esta no es una reflexión nueva, hace pocos meses me llamó la atención lo atraída que me sentí a un amigo, ya que el me decía que iba a viajar lejos y no lo vería en mucho tiempo. Nunca me había parecido más atractivo más que en la carencia de su presencia. Nunca me ha parecido alguien tan atractivo como en el intento del olvido. Luego me reí y todo volvió a la normalidad.
¡Quiero el asombro! pero ahora parece tan distante en este mundo que se cae a pedazos, en este mundo que ahora me parece pesimista por el control que he elaborado. No, ya no deseo el nivel de protección que tengo, si al fin de cuentas estoy perdiendo cada hoja que cae a su muerte, o cada promesa que cae en una condena.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario