Después de sentir quemando el sol de enero, la brisa comenzó a invadir todos los espacios vividos, que poco a poco nos acercó mayo. ¡Desdichada época!, con su nostalgia camuflada de belleza, me pierdo en tus hojas moribundas y en tus nidos. La belleza fastuosa que nos llama a la humedad, cristalizando lo endeble de nuestro pies que miran. Hoy, hoy correré dejando marcas de sal, correré con el peso de mi chaqueta, mientras que la luz pica mis ojos. Correré hasta junio y levantaré mis manos en la lluvia de julio.
Esconderé mis palabras en el trabajo, en mis piernas andando, en las esperanzas que vuelvo a construir. Que nada es falso cuando lo creas, que nada es falso cuando entierras tus manos para poner los cimientos de lo que allí estará, que nada es falso hasta que sientes aún el respiro. En la cornisa del monumento de la vida reposará la sal y correremos en los pasillos que crearon los puños. Finalmente nuestras caras limpias mirarán la luna para poder descansar, porque aún queda algo de energía cuando nos evaporamos...
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