viernes, julio 12, 2013

Cordelia

Kierkegaard eligió a Cordelia, y como un calco, la veo pasar por mi vida también. La mujer solitaria que no se rodea de amigas, que sigue la vida según una moral que se desconoce algún origen, como si le hubiesen dictado sus actos en el discurso del parto. Yo la elijo como Eduard y el seductor, porque me imagino que conocería algunas cosas ahora, tal como es vivir el aburrimiento en esta sociedad... figuro una dama de manos ocupadas porque no olvida quien es, no se pierde en los tumultos de las voces, ni en el deseo del amado, se sabe a sí misma como posesión y como pérdida. 
La tomo como ejemplo en mi desnudez como individuo, antes del disfraz esta la misma muchacha que ya no disfruta de lo anecdótico, sino en la contemplación de las cosas, de lo que vemos y lo que es inefable e imperceptible. Me seduce la soledad y la higiene mental para no vivir de envidias por comer necesidades ajenas, para no pedir el deseo que escuché susurrando en las letras de un prójimo... para no olvidarse y no aburrirse, una mujer sin bromas que tiene la gracia de un cuento nuevo. 
Yo... tan próxima a la identidad con las manos resbalosas. 

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