Revienta la roca tras el crujido, se desprende de aquello que solía ser. Escombro del silencio y el estruendo. El sitio y la marca que se forma del cambio inevitable. La forma de una ruina y los cimientos. Lo que era se queda, una semblanza, un vestigio, una manera adherida. Veo su espalda y mi sexo se quiebra en latidos. Ahora una cueva sin techo. Sonido rajado, se quiebra y se eleva como un canto rural. Me escuchan los dioses en mi plegaria secreta. Escultura adorada de mi sierva postura. Trance sudoroso, letárgico, perdido en lo pagano. Subo, subo, subo... extravío mi mortalidad.
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