No quiero alabar los comienzos de la escritura hispana, pero anhelo dejar en claro el primer consejo que debe tomar el escritor cuando desea dar a luz una historia; entender muy bien el verbo y así mismo el adjetivo. Quizás no es un consejo necesario para todos, pero lo he encontrado en el afán de por mi mala sintaxis. Claro que no he dejado la paupérrima práctica, sin embargo es suficiente para poder entender un par de cosas: El verbo produce la historia, sin éste, nos encontramos dando calificativos, limitando ideas al definirlas, quitarle el sentido al parto.
La gesta del Mío Cid esta compuesta por más de 1000 versos que indican acciones, plus las palabras exclamadas, es decir, las ideas son meras ayudas de los actos. Cuando estaba intrigada por la forma que tiene la memoria, me di cuenta de una frase que dice "retrocede retomando tus pasos y así encontrarás lo que dejaste perdido", no es más que una pequeña luz que nos muestra que es la acción el primer anclaje de la memoria, y a su vez, de la historia que se desata con inconmensurables destinos. El paso tras paso: hablar, reir, soñar, medir, pensar, exclamar, que se toman de la mano de yo hable, reí, soñé, medí, pensé, exclamé. Y todo ello de: Yo hablé con seguridad, mientras que el publicó se rió de mi, soñé que ese momento no sería de esa manera, había medido cada detalle para que calzada en la situación, pensé una vez más que me había equivocado y exclamé "¡sean justos, sólo es un error!".
Hemos obviado de tal manera el lenguaje que ya poco lo entendemos, y nada podemos producir, por lo mismo nuestra vida en malas redacciones.
El Mester era capaz de contar cada historia, pueblo por pueblo, sin vacilar en el contenido de ellas, incluso cuando era de juglaría, o cuando se es un payador. Pues era la hazaña de los héroes lo que compone la literatura, las costumbres de las personas que traspasan el papel para figurarse en el día a día. La obra si esta bien escrita, es capaz de tomarte y llevarte hasta el piso más alto de la empatía.
EL HOMBRE ESCRIBE PARA RECORDAR
Pues he encontrado el primer laxante del estreñimiento mental, abrir la observación al verbo. Y no es que otro ya se haya dado cuenta, porque es muy probable que así sea, pero esta vez es importante porque yo... sí, yo, egoistamente he encontrado una puerta abierta ante mi problema.