Había vuelto a tener 10 años, mientras que miraba cautelosamente la puerta de la habitación. Evitaba pestañar para no perderse de nada, sin embargo, después de unos minutos, tuvo una sensación extraña, como si nada hubiese pasado, era la misma sensación que tuvo cuando había empezado a observar qué era lo que sucedía. Giró su cabeza, vio la puerta, el muro de al lado, el armario, la cómoda, la repísa de libros, la ventana, ella. Todo estaba en el lugar que debía, al igual que hace unos minutos. Así que volvió a girar la cabeza, vio la puerta, el muro de al lado, el armario, la cómoda, la repisa de libros, la ventana, ella. ¿Y el tiempo? ¿Dónde esta el tiempo? Tuvo la sensación de perderlo. Miró a su alrededor... el tiempo parecía estar ahí. Movió sus ojos de un lado a otro, lo encontró escabulléndose en el silencio del espacio. Primero los ojos miraban a la derecha y después a la izquierda. Sí, el tiempo cambiaba porque su mirada lo hacía. Miraba hacia la derecha y decía: ¡ahí estas!
Se quedo quieta, aguantando la respiración... tuvo la sensación se ser engañada nuevamente, hasta que no pudo sostener más el aliento. Estrepitosamente se movió el mundo, se sentía como arrojada al vacío, pero se dio cuenta que estaba equivocada o muy en lo cierto, estaba viva. Los perros volvieron a ladrar para sus oídos, la loza sonaba en la cocina, la noche se convertía en día, todo transcurría... se dio cuenta que no era la única que estaba viva.
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