Durante mi infancia imaginaba una mujer en el azulejo del baño con la cual solía conversar, usualmente era de noche cuando conversaba con ella. Creo que fue la única experiencia similar a un amigo imaginario. Con el tiempo esa amistad cambió, es decir, deje de imaginar cosas, pues ahora es simple, sólo finjo conversaciones con algunas personas en especial durante las mañanas que no deseo levantarme... Son increibles las ganas de comunicarse... ¿No?
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