Muchos han tratado de clasificar qué es lo que pertenece al mundo de lo real y de lo imaginario, sin embargo entre cada categoría transitan lineas difusas e infinitas, que resumen esa distinción ante nuestros ojos, como algo incapaz de ser claro. En muchos sucesos cotidianos tal discusión, entre lo que pertenece a lo real e imaginario, termina siendo más que nada una duda ética y no así una cuestión epistemológica. La razón de este enunciado surge a partir de los engaños producto de las emociones, ese revoloteo de mariposas, la mente detenida, las imágenes mentales, entre otras. Nadie sabe bien qué es lo que gatilla los sentimientos, y por tanto los contextos no son claros, por ello, tampoco quién (como destinatario). Entonces ¿deberíamos obedecer a aquel que dice cómo deberías enamorarte? ¿deberíamos responder ante nuestra lógica? ¿nuestras normas y leyes deberían estar antes o después de caer?
Pues aquí expongo mis dudas... ¿es justo obedecer a la crítica cuando cada caso puede encontrar sus modos?
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