Creo que una de las cosas que me causan más temor, es que me induzcan a desear algo que jamás podré tener, ya que no dependerá de mi, sino que será resultados de las injusticias del mundo. Desear mi inteligencia fue un camino que pude construir y ha tenido grandes satisfacciones. Desear mi mi disciplina es algo que sigo tejiendo. Desear ir cubriendo y llenando un estante de libros que he leído. Desear desarrollarme más laboralmente y ser autónoma. Han sido cosas que han costado, pero ahí están, siendo satisfechas por mí misma y generando bienestar. Me pude ver a mi misma, me hago sentido en esas cosas. Pero qué pasa cuando el mundo te dice que debes hacer, qué debes tener, te induce la carencia... pero no la propia. Te marca un recorrido que es el que se pretende completar y que es dificil... ¿para qué? ¿para llenar lo que no esta dentro? ¿qué es lo que deseo llenar? ¿que es lo que deseo recorrer? ¿que es lo que me mira? Así que pensé, que mi tránsito me lleve a las cosas que siguen... que mi busqueda por disciplina me lleve, que la inteligencia me lleve... yo me quiero llevar...
jueves, diciembre 19, 2024
domingo, diciembre 01, 2024
Llegó en marzo
Ideas. Hoy escuchaba a una persona en redes sociales que hablaba del autoenfoque erótico como parte de la salud sexual de las mujeres y planteaba que era necesario desearse. No pude evitar estar en completo desacuerdo con ese punto. El deseo es el reconocimiento de que nuestra identidad se conforma también de experiencias carentes. Aquello que se constituye como una sed particular y a la vez una orientación que no culmina. ¿Es posible desearse bajo esos términos si todo lo que hay en ti ha sido vivido? En ese sentido, la mirada hacia uno mismo debe ser mas profunda, no puede basarse en la carencia o complemento, sino en el sentido de aceptación y valoración. De asombro de sí mismo, de exaltación, de no sentir necesidad pero no poder vivir sin una misma. Amor, como algunos le pueden llamar.
Ante varias preguntas sobre si quería algo fuera parte de mi vida, me di cuenta de un sentimiento genuino de contemplación, que no nacía de la necesidad, sino de plenitud. Un tipo de satisfacción que surge de no querer retirarse de un lugar, que se siente como destino, algo que no fue premeditado, ni controlado, ni medido. Inevitable. Creemos que esa experiencia será siempre placentera, pero en su estado inevitable, también construye historias con una que otra calamidad, como si no pudieras ser otra persona. Se vive como si fuera una obsesión, compulsión... inevitable. Pero te hace sentir buena, correcta y a la vez completamente errática. Así, con ese mismo sentimiento, lo tomé en mis brazos, miré su naricita rosada, sus patitas blancas y algo percudidas, y sentí algo que ni él ni yo podríamos explicar bien, pero ha sido maravilloso. Y pienso en cómo llegó a mi vida y me doy cuenta que esa persona sí sintió amor. Algo de esperanza vuelve a estar en el mundo.