El contexto actual que contempla la eliminación de la definición de la disforia para contar con una operación genital en la población trans ha causado revuelo en algunos sectores, principalmente porque parece "vago" solo contar con la declaración identitaria y porque se descuida los casos "reales" de disforia. ¿Es primera vez que la autodenominación pareciera un problema burocrático? No, de partida sabemos cuanta burocracia hay para autodeclararse perteneciente a los pueblos indígenas en este país, sin mencionar el determinismo de lo que es "ser" indígena. ¿A la burocracia le basta?
Por otro lado, se ha traído a la mesa la discusión sobre la disforia y lo trans, consigo también la patologización de las conductas humanas que se salen del marco cultural que preceden. Bueno, la histeria también era una patología, pero ahora sabemos del sesgo patriarcal. Se habla de la psicosis o esquizofrenia en la población occidental, cuando hay practicas chamánicas que pueden contemplarse como tal; de la misma manera que la población afro esclavizada europa replicaba prácticas culturales y se les marginaba por locura.
Finalmente, hay otro elemento en la mesa, que es el sistema de salud que acoge estos escenarios y la precariedad de este mismo, lo que conlleva la regulación de las prácticas sociales. Otro problema que nos hace pensar que hay ciertos elementos en nuestra salud que no se plantean en proyección o retroyección (precaución o reducción de impacto de un elemento).
En todo este escenario sale a relucir lo que es la socialización en la relación genital, y cuanto impacto genera en la historia social su transformación. El feminismo radical suele sostener la socialización genital femenina a un sistema de represión patriarcal, donde la transformación puede ser una negación de la historia de las mujeres, ya sea trans de "mujer" a "hombre" (negación de la historia femenina), trans de "hombre" a "mujer" (carencia de conocimiento a la subordinación femenina y replicabilidad de prácticas de dominación en el género -determinismo-).
Ante todo esto, no puedo dejar de trasladar mi experiencia de vida en todo el debate, meramente como un ejercicio de reflexión. En primera instancia, no tengo una modificación genital y me socialicé como "mujer" ante esta categoría genital. Ante esta categoría, lo que se entendía culturalmente como femenino estuvo en discusión, pero a pesar de ello dominación fue ejercida lo que formó mi estandarte de lucha. No obstante, me construí en negación del rol de género, no me considero a mi misma plenamente cis, en especial por mi expresión de género que aunque pase inadvertida, transita de un lado a otro dependiendo del día. Sin mencionar que en comportamiento social, no calzo con lo que se entiende como un comportamiento femenino (¿quien calza con que te digan que las mujeres son irracionales?).
En todo esto, cuando hablo de expresión de género, es la expresión de lo que he constituido como identidad, justamente en cuanto a esa lucha o resistencia ante determinismo sexual. He tenido prácticas corporales relacionadas a esto, mínimas, pero son parte de esa expresión. Lo que me da para pensar en otras prácticas corporales de modificación o alteración, las cuales pasan por el sistema de salud, como por ejemplo, los bypass gástricos. Lo último que he sabido de esa operación son las numerosas secuelas en el cuerpo, en especial relacionadas a la absorción de vitaminas y porque no ha pasado mucho tiempo desde su ejecución para estudiar los efectos secundarios. Muchos de estos casos no son abordados, en especial porque la salud pasa por el mercado, es decir, quien tiene dinero, puede optar o no a modificaciones corporales de tipo clínica. Entonces, ¿el problema es netamente el sistema de salud o la justificación detrás de las modificaciones corporales? ¿Está detrás de todo esto el determinismo del sexo?
Entonces, por un lado, confundimos patología con tratamiento, tratamiento con justificación, justificación con normalidades culturales. Sin mencionar lo cuestionado que parece para muchos sectores la idea de "sentirse con otro cuerpo", que a decir verdad, es entendible ante quien posee la experiencia, pero sesgado para quien no lo experimenta. Lo que descubre una persona trans es la negación sostenida a las prácticas culturales de su género (no dista de lo que mencioné anteriormente), donde sus comportamientos se han socializado como un género, se relaciona a esto y esto incluye prácticas corporales. El tema es que si seguimos sosteniendo la socialización de ser mujer o la socialización de ser hombre, estamos cayendo en lo que efectivamente propone esta lectura, que existe un determinismo.
Tanto el feminismo radical como la teoría queer cae en determinismo de género, lo que nos deja un solo puente común, que es la no binariedad. El feminismo radical se queda con el determinismo de género al no reconocer que hay fluctuación, dicha fluctuación es conflictiva por la reproducción de elementos femeninos que se pretenden erradicar. En el caso de lo queer, el traspaso se consolida como la socialización del cuerpo, lo que vuelve a determinar la binariedad en lo trans. El debate es que uno ocurre antes de una acción y el otro ocurre después de la acción. Entonces, ¿por qué no se ha podido cerrar el debate que el camino es la reducción de la diferencia y la no binariedad?