Que curioso es revisar este espacio, ver lo que pensabas hace unos años y notar qué estaba en el centro de tu propia vida. Ahora leo y todo tiene que ver con política, con ser soñadora, con debates que van más allá de mi misma, lo cual no me sitúan en la soledad. Quisiera decir que la depresión se ha acabado, pero estacionalmente se iluminan sus resabios. La única diferencia es que ahora me siento orgullosa de quien soy, porque quizás empecé a hacerme otras preguntas, porque encontré a mis amigas, porque no las obligué a quererme, porque tan sólo nos empezamos a tratar bien. Corté lazos que me automutilaban, lazos con gente que generaba juicios que me hacían autodespreciarme, que me hacían pensar que el ser humano es egoísta, que busca solo el beneficio individual, que dentro de la selección natural yo era el ser vivo más débil. Dejé de esperar que los demás me trataran bien o fueran los sueños que tenía, porque comencé a darme cuenta que los sueños eran para mí y cree a esa persona con la cual ahora me siento contenta. Esa imagen actual que tengo de mi misma es la que ha derrocado a la sombra de la depresión, que la ha derrocado a falta de pastillas y tratamientos burocráticos. Me volví enormemente feliz... increíble resultado para una depresiva. Como diría Bob Dylan, quizás la gente no se busca a sí misma a lo largo de la vida, sino más bien se crea a sí misma.
Ahora la casa está llena de amistades, ahora hay almuerzos y risas, ahora hay margaritas en la sonrisa que veo todas las mañanas.
Quizá sabotear mi propio intento de suicidio fue la mejor oportunidad que me di a mi misma. Quizás eliminar la violencia en tu vida cotidiana es mejor que una porción de diazepam.