Déjame limpiarme la ropa que uso cada día, que pinta mi piel de frío y distancias. Desnuda con sentimientos de vergüenza veré el umbral de la vida, contemplaré la pureza, y me abrazará la esperanza de tener los vínculos que esta sociedad individualista me ha quitado. Me reencontraré con los verbos, con la historia y los pasillos, los vectores y las señales que hacen que el cuerpo siga vibrando. Sabré retroceder a la memoria para recordar el hedonismo y el goce del paisaje, de ser, de existir, de ser flor, árbol, hiedra... tener nombre de rosa, manzanilla, avellana, naranjo en el suspiro de la naturaleza. Para encontrarnos en esta soledad aceptada, donde tu me llamas y me muevo como fuese mi única voluntad, una mía, una de nosotros, una de todos. Nos congregamos capturando el aire del otro... ¡oh, incertidumbre! ¡cuna de mis deseos! me cobijas como una fría nodriza, y en tu matriz, que es mi frente, que es el futuro, que es mi visión, tengo miedo... y por amor al miedo me entrego a la rebeldía.